En la sala de la Cámara del Crimen de Villa María, luego de cuatro horas de una detallada reconstrucción de los hechos, el fiscal Francisco Márquez pronunció las palabras que las amigas de Natalia Mariani, la mujer asesinada el 28 de diciembre de 2023, esperaban oír: “prisión perpetua”.
Lo planteó el fiscal para cerrar su alegato, en el que señaló como coautores de un crimen minuciosamente planificado a Hernán Ferrari, exmarido de la mujer asesinada, y Gino Ferrari, el hijo de ambos.
Los dos acusados escucharon el pedido de sentencia desde la cárcel, por videoconferencia, el mismo modo con el que siguieron todo el juicio desde su comienzo, el lunes pasado.
La acusación es por femicidio triplemente calificado: “por el vínculo, por codicia y por violencia de género”.
El alegato de Márquez fue ensamblando las partes de un rompecabezas judicial, en el que toda la evidencia, los testimonios, e incluso las contradicciones que se plasmaron en estos días, se unificaron para construir frente al jurado popular su teoría del caso.
“No tengan miedo de hacer justicia”, les recomendó el funcionario a los jurados antes de pedir la pena máxima.

El pedido de condena para Gino y Hernán Ferrari no distingue roles secundarios, sino que los posiciona como coautores del femicidio de Natalia Mariani. De ser hallados culpables, será prisión perpetua para ambos.
Para sustentar la hipótesis de un asesinato premeditado, el fiscal desglosó una serie de argumentos clave que buscaron demoler la versión de los acusados:
Habló de las contradicciones entre los imputados y presentó como prueba para asentar los móviles del femicidio un mensaje que Gino había enviado a su madre: “No veo la hora de que te mueras para tomar las posesiones de las propiedades que me corresponden como hijo”.

Márquez utilizó este mensaje como evidencia directa del móvil económico y del odio que impulsaron el crimen.
El fiscal reforzó su argumento con testimonios que pintaban un cuadro de violencia y hostigamiento previo. La empleada doméstica de la familia relató un episodio en el que Gino agarró del cuello a Natalia contra una pared. Por su parte, un empleado de la panadería familiar testificó que Hernán Ferrari “vivía hablando mal de ella”, acusándola de haberlos dejado “tirados” a pesar de tener “un montón de plata”.
Una familia fracturada
Previo al alegato del fiscal transcurrieron dos intensos días de testimonios dramáticos que revelaron la profunda fractura de la familia.
Gino Ferrari, desde la cárcel y por videollamada, admitió ser el autor material del asesinato de su madre. Describió que, tras una discusión verbal, sufrió un arrebato de furia incontrolable.
“Sentí ira y después estaba frente a la bacha de la cocina y había mucha sangre”, declaró en su defensa. buscando encuadrar el crimen como un homicidio bajo emoción violenta, una figura que atenúa la pena.
El testimonio más contundente provino de Lucía Ferrari, hija menor de la víctima. Constituida como querellante, su declaración comenzó con el detalle del último mensaje de su madre, recibido a las 20:47 del día del crimen. “¿Por qué le diste las llaves a Gino?”, le preguntó Natalia, sembrando la duda sobre la versión de Gino de que su madre lo había recibido voluntariamente. Lucía nunca obtuvo respuesta.
Lucía afirmó: “Sé que mi hermano mató a mi mamá y que mi papá lo planeó”.
Calificó a su padre de ser “muy manipulador” y denunció cómo este “alimentaba ese odio” que Gino sentía hacia Natalia, con comentarios constantes en su contra.
La joven expuso los conflictos económicos que fracturaron a la familia, como la propiedad de la panadería que administraba su padre pero que pertenecía a su madre.
Además, reveló una amenaza previa de Hernán: “Si no fuera por mis hijos ya la hubiera matado”.

Con estas graves acusaciones, la atención se centró en la figura del padre, cuya palabra llegaría el segundo día. “Mentí para ayudar a mi hijo”, reveló Hernán Ferreri, intentando limitar su responsabilidad a un encubrimiento y evitar la acusación de coautoría del femicidio.
Una parte central de su testimonio fue un pedido de disculpas a su hija Lucía: “Luli, te quedaste sola, sos la víctima que de repente perdió todo, te pido perdón y le pido perdón a Gino.”

Un crimen brutal
La brutalidad del crimen quedó expuesta en el informe del médico forense, Gustavo Rodríguez. La causa de muerte fue un shock hipovolémico, un deceso rápido causado por una pérdida masiva de sangre debido a múltiples heridas.
Se emplearon al menos dos armas blancas distintas: un cuchillo tipo serrucho y otro de mayor tamaño. El cuerpo presentaba lesiones en el rostro compatibles con golpes y patadas, indicando un “sometimiento y dominio previo” antes de las heridas mortales.
Un corte de 14 centímetros en el cuello fue el que provocó la hemorragia masiva que terminó con la vida de Natalia.
Las amigas describieron a la víctima como una persona “súper amable, alegre, emprendedora”. Y contaron: “Le tenía miedo al hijo, pero nunca nos dijo que podía tener miedo hasta de que la matara”.
Este miércoles, el abogado querellante, Antonio Alarcos, pidió también la reclusión perpetua para ambos imputados y que respondan también por el robo de dinero cometido tras el crimen.
En la tarde de este miércoles restaban los alegatos de las defensas, a cargo de Ivana Castoldi para Gino Ferrari, y de Joaquín González para Hernán Ferrari.
El jurado popular y los jueces técnicos definirán luego si consideran a los imputados como culpables o no.
