“Tenemos una red de 72 merenderos en Rosario, en los barrios más vulnerables. La violencia en esas zonas vuelve muy complicada nuestra tarea. Hubo amenazas a compañeras y tuvimos que suspender la actividad en algunos centros. Los medios no sacan todo, es más grave”, dice Alejandra Fedele, dirigente del Movimiento Evita en esa ciudad.
Fedele cuenta que en algunos sectores hubo que dejar de atender a los chicos porque era imposible trasladarlos en medio de las balaceras. “No hay una cuestión de poder garantizar la seguridad por parte del Estado, que está superado. Están desbordados. Es imposible poner un móvil policial en cada casa”, agrega.
“Más allá de la crisis que sufrimos, con la inflación y la desocupación, los chicos también deben pasar por esto”, dice la líder social, quien recuerda que 56% de los menores de edad son pobres.
“La realidad es compleja: dejan de estudiar, no tienen la posibilidad de pensar un futuro, viven en zonas llenas de violencia. Muchos terminan siendo ‘soldaditos’, la única salida que ven, por una cuestión económica”, señala.
Fedele explica que su organización acompaña en todos los sentidos, de manera integral: “Recorremos los barrios. También hay otras organizaciones que hacen trabajo social. El Estado debe coordinar con todas. Somos las que llevamos la voz. Muchas veces se podría coordinar, pero hay un desborde. No hay diálogo entre las organizaciones y el Estado: un error político tremendo. Con el gobierno socialista sí lo teníamos”.
–El Movimiento Evita está en todo el país, saben qué pasa en cada lugar. ¿Hay algún otro lugar tan complicado como Rosario?
–Hoy, Rosario es el peor lugar. En las reuniones federales descubrimos que hasta los del conurbano bonaerense están menos complicados. Lamentablemente, acá no le están dando en la tecla.
