G.H., una joven de 19 años, salió de su casa el martes a las 20.30 hacia la parada del transporte público para buscar a su novio, pero nunca pudo cumplir con su propósito: le pegaron un ladrillazo en la cabeza a 20 metros de su vivienda, ubicada en barrio El Quebracho, zona sudeste de la ciudad de Córdoba.
Presuntamente, el agresor es un joven conocido de la zona, que primero la habría atacado con golpes de puño en las inmediaciones de la calle Justino César al 3800. Finalmente la noqueó, la arrastró y la escondió en una “cueva”, donde fue encontrada por otros vecinos.
La familia de G.H. (se preserva su identidad) aún no sabe a ciencia cierta qué sucedió. Su hermana cree que podría haber sido víctima de un abuso sexual y no descarta esta posibilidad, según dijo en diálogo con La Voz. De lo que sí están seguros es de que no fue un simple robo.
“Ella no tenía elementos de valor y la persona que es responsable de este ataque lo sabía, porque nos conocía. Mi hermana sufre una condición psiquiátrica y deambula por la calle pidiendo limosna a los vecinos”, comentó su hermana, que no sale de la conmoción.
La joven debió ser trasladada al hospital Domingo Funes, a pocos metros del sitio donde fue golpeada, y aún se encuentra bajo observación, en la terapia intensiva del centro hospitalario.
“Su salud está bastante bien y el día viernes se va a realizar una interconsulta médica para descartar una posible fractura en un hueso de la cara”, detalló el subdirector del establecimiento, Gustavo Falcón, en diálogo con este medio. Según el médico, hasta el momento no se realizó un éxamen por posible abuso sexual a la paciente.
La “cueva” donde sufrió el ataque se encuentra en un descuidado terreno que colinda con un tinglado donde funciona una metalúrgica.
Allí, dijeron fuentes policiales, entre pastizales, tapias en ruinas y árboles copiosos, se denuncia a menudo la presencia de jóvenes que se reúnen a fumar pipazo y a consumir distintas drogas.
Por otra parte, no es la primera vez que ocurre un hecho de violencia urbana a la sombra de este oscuro recoveco: “A menudo se agarran a los tiros. Hace un tiempo atrás, llegaron con un cadáver, se quisieron meter a la cueva e incendiar el auto en el que llevaban al muerto, pero no pudieron hacerlo”, comentaron en el sector.
La propia familia de G.H. aseguró que en más de una oportunidad debieron acudir a las fuerzas policiales a raíz de peleas, corridas o situaciones violentas que se generan en torno a “la cueva”.
“Necesitamos más presencia de la Policía en este baldío, porque no es algo que pasó esta vez y que nunca más va a pasar. No queremos que otras personas vivan lo que tuvo que padecer mi hermana”, expresó la joven.
Agresor individualizado
Para el entorno de la víctima está claro quién atentó contra G.H.: “Lo vimos esa misma tarde, antes de que ella saliera de casa. Otras personas vieron cómo se la llevaba del cuello”, aseguraron allegados a la mujer agredida.
Tal es la certeza que tienen, que dieron a los investigadores la dirección de la vivienda del presunto agresor, fotografías para identificarlo y hasta el nombre y apellido del sospechoso.
“Hace unos meses empezó a parar en ‘la cueva’. Se junta con la banda que se droga todo el día ahí y ya había amenazado con entrar a robar a nuestra casa. No sabemos qué le quiso hacer a G.H., pero nos imaginamos lo peor”, contaron los familiares.
La madre de la víctima (prefirió el anonimato) se presentó ante los padres del posible responsable del hecho de violencia. “Les dijimos lo que había pasado pero nos aseguraron que no vive más en ese domicilio y que ya no saben qué más hacer con él”, comentaron.
En cambio, los investigadores no descartan ninguna hipótesis. Si bien en un comienzo se habló de un posible robo de un celular, esa hipótesis fue perdiendo peso con el paso de las horas: la familia de la joven desmintió que usara su propio teléfono.
No obstante, los pesquisas se encuentran realizando tareas investigativas que constan en la acumulación de testimonios para saber qué ocurrió durante los minutos previos al ataque. También revisan la zona en búsqueda de cámaras de video.
Y si bien no tienen aún un responsable, la pista más firme que manejan coincide con las acusaciones de los familiares.
Un “barrio violento”
Referentes de barrio El Quebracho reconocieron que en los últimos meses se incrementaron los hechos de violencia urbana y los robos.
Ramón Castillo, un reconocido vecino del lugar que se encuentra vinculado al centro vecinal, aseguró que las peleas vecinales y los episodios de inseguridad se replican cada vez más a menudo. Y si bien dijo que la presencia policial es notoria, el problema de la falta de luz en los espacios públicos agrava la situación.
“Tengo cuadras del barrio completamente apagadas por fallas eléctricas. Entre nosotros nos organizamos para acompañar a los vecinos que necesitan ir de un punto al otro del barrio, para que no les suceda nada”, comentó.
Con el mismo tono de preocupación dijo que los delivery suelen sufrir ataques: “Entran los repartidores en moto y los persiguen para robarles. Entre ellos se cuidan y están preocupados, pero cada día es más difícil vivir así”, reconoció.
Sobre la zona donde G.H. fue atacada, Castillo la describió como un lugar “oscuro, peligroso y descuidado”. “El pasto está muy alto, a pesar de que es una calle por donde circulan muchos niños que van a las escuelas de la zona”, dijo.