Alojado en el Complejo Esperanza, que depende de la Secretaría de Niñez Adolescencia e Infancia (Senaf), e imputado por homicidio calificado por el uso de arma de fuego. Esa es la situación penal del adolescente de 16 años que quedó detenido acusado de haber sido el autor material del balazo que mató a la pequeña Franchesca Ávila.
La pequeña tenía 3 años y murió el pasado viernes a la noche tras recibir un disparo en la cabeza mientras estaba en la casa de su abuela, en el barrio San Alberto, en la zona oeste de la ciudad de Córdoba.
El caso de Franchesca lamentablemente no es algo inédito en Córdoba: en los últimos tiempos, numerosos chicos y chicas (al igual que adultos, por cierto) han caído, tras quedar en medio de brutales peleas a puro balazo en barrios de la Capital.
Se trata de episodios de violencia que dejan en evidencia el peor costado de la sociedad, los nuevos códigos que imperan en muchos sitios y la altísima portación de armas de fuego en manos de cualquiera.
Franchesca recibió en el rostro uno de los balazos que una patota fue a descargar contra una familia.
¿Por qué? Alguien de esa familia venía reclamando la devolución de un celular robado, según surge de la investigación judicial y policial.
Un trasfondo tan brutal como los tiempos de violencia urbana que se viven en Córdoba: otra vez un robo deriva en un reclamo y este a su vez da pie a una pelea que da espacio, a su vez, a una lluvia de balas.
A todo esto, a sus 3 años, la pequeña Franchesca se convirtió en la sexta criatura que es víctima de asesinato en lo que va del corriente 2022 en la provincia de Córdoba.
Por otro lado, y más allá de la detención de un joven de 16 años, la pesquisa sigue abierta: buscan al menos a cuatro sospechosos más de haber integrado la patota que abrió fuego. Serían mayores de edad.
Ataque a tiros
El demencial episodio ocurrió en la noche del pasado viernes a la altura de la intersección de la calle Puna de Atacama y Pasaje Llanquelén, en el barrio San Alberto.
Franchesca se encontraba de visita en la casa de su abuela materna.
Fue en ese momento que al lugar arribó una pandilla integrada por al menos cinco varones jóvenes.
Dos de ellos, al menos, portaban armas y las esgrimían con impunidad. El grupo abrió fuego sin piedad ni contemplaciones.
No apuntaban ni contra Franchesca, ni contra su abuela, ni contra la casa de esta mujer.
Los disparos eran contra un joven que, a su vez, les reclamaba por la devolución de un celular robado a su hermana. Tan real como brutal.
Para entender todo, hay que ir unos días hacia atrás.
Un ladrón de 16 años
De acuerdo a la pesquisa de los investigadores de la División Homicidios de la Policía, semanas atrás, un adolescente de 16 años le robó el celular a una chica en esa barriada.
“El pibe solía robar en esa zona y en otras. Apretaba y robaba”, comentó una fuente con acceso al caso.
Así las cosas, un hermano de la víctima fue a reclamarle al adolescente la urgente devolución del aparato. La discusión devino en un intercambio de insultos y de golpes.
Fue así que, según la causa, el joven de 16 decidió cobrarse venganza de la peor forma.
El pibe fue hasta la casa de su contrincante y efectuó disparos.
No conforme con eso, decidió regresar ya con sus amigos.
Y así llegamos a la noche del pasado viernes: la patota apareció, sacó armas y empezaron los tiros.
Uno de esos plomos impactó en el rostro de la pequeña Franchesca, quien jugaba inocente en el patio de la casa de su abuela.
Nadie había tenido tiempo de ponerse a salvo de la lluvia de balas.
En medio de la desesperación, sus familiares alcanzaron a llevarla hasta el Hospital Eva Perón, ubicado a un puñado de cuadras.
No hubo mucho por hacer. El corazón de la nena se apagó.
Si bien existió temor y dudas por parte de algunos vecinos y vecinas en brindar datos, con el paso de las horas esto cambió.
Los pesquisas no tardaron en avanzar en la causa y comenzar a identificar a los homicidas.
Así fue que el adolescente de 16 años rápidamente quedó en el radar de los investigadores. Bastó un par de averiguaciones para ubicarlo en la casa de un familiar en Villa Urquiza.
El fiscal Ernesto De Aragón lo imputó por homicidio calificado por el uso de arma y giró su situación a un juzgado de Menores.
Sin embargo, el fiscal sigue con la causa: falta dar con los mayores.
