“La estafa es por más de un millón de dólares y ya hay más de 100 ahorristas que perdieron su plata”, confió una fuente relacionada con los allanamientos practicados este viernes en siete objetivos en la ciudad de Córdoba y en Toledo en el marco de la causa del fraude piramidal cometido en el seno de la Policía de la Provincia.
La primera estimación, cuando se practicaron los primeros allanamientos a comienzos de mes era que el fraude ascendería a unos 30 millones de pesos y que habría perjudicado a algunas decenas de policías, familiares y allegados. Pero a medida que avanza la investigación, se sabe que son más de un centenar los que vienen efectuando denuncias como damnificados y que el monto del perjuicio supera el millón de dólares, entre lo que se depositó en pesos y la divisa norteamericana.
El caso, bautizado vulgarmente “Zoe Azul” por similitudes sin relación cierta con lo ocurrido en Villa María con “Generación Zoe”, conmueve a la fuerza de seguridad, por adentro y por afuera. El fiscal de Distrito 1, Turno 3 de Córdoba, José Mana, dio un segundo paso en sus procedimientos luego de que en una primera etapa detuvo a 10 personas, entre uniformados, una abogada y un matemático.
Los allanamientos de este viernes arrojaron el secuestro de material importante para probar lo que se investiga en la causa y dejaron como saldo más inmediato la detención de dos policías; del subcomisario Federico Barrionuevo, que se desempeñaba en la Comisaría 9ª, y del sargento Lucas Torres, integrante del Departamento Transporte.
De este modo, ahora suman 12 los detenidos en esta causa en las que las imputaciones son por los delitos de asociación ilícita y estafas. La investigación que conduce Mana hace referencia a fraudes cometidos a partir de la formación de grupos de ahorristas engañados a partir del sistema “piramidal” o “esquema Ponzi”.
Presentes en los allanamientos con las primeras luces del viernes, la secretaria de la fiscalía de Mana, María José López, comentó a La Voz que hubo siete intervenciones en diferentes lugares. En el edificio de la Jefatura –ubicado en Colón y Santa Fe–, se allanaron el Repracor y la división Tecnología y Comunicación, entre otras que ya habían sido intervenidas con anterioridad. También se hicieron procedimientos en la Comisaría 9ª, en el Departamento de Transporte de barrio Altamira, en la División Explosivos de camino a La Calera (Tiro Federal) y en la Fundación Mayéutica, ubicada en barrio Alberdi.
Además, se intervinieron los domicilios de los dos policías detenidos este viernes, en la localidad de Toledo (Torres) y en barrio Observatorio (Barrionuevo) de la ciudad de Córdoba.
En estos procedimientos se secuestró nueva evidencia relacionada con las estafas piramidales que tuvieron como víctimas a decenas de integrantes de la fuerza de seguridad y allegados.
Además de los uniformados, en la banda se sindica como una de las líderes a la abogada Eugenia Zulberti, quien habría trabajado en la Policía años atrás y luego habría sido echada. Ella está señalada como una de las fundadoras de la organización y se desempeñaba en la Fundación Mayéutica.
Además de ella y de los policías, hay otro civil detenido, que es matemático y habría cumplido las funciones de contador.
El engaño piramidal
La banda de los policías no tiene relación, en principio, con las otras dos grandes causas por supuestas estafas piramidales en Córdoba: Generación Zoe y Adhemar.
Las “inversiones piramidales”, o el esquema Ponzi, son consideradas por la Justicia una maniobra de engaño para cometer estafas.
El mecanismo es simple: una persona figura como líder o jefe y convoca a otras dos para que depositen un dinero con la promesa de obtener una ganancia en un plazo determinado.
A su vez, según este esquema, cada una de esas personas debe buscar a dos personas más, quienes también tendrán que hacer depósitos monetarios con la promesa de obtener suculentas ganancias.
El esquema se va repitiendo hacia “abajo” en una suerte de estructura piramidal. Mientras más adeptos haya, más dinero ingresa y va subiendo en la cadena de mandos. Quien queda “antes” o “arriba” recibe cada vez mejores retribuciones, siempre y cuando continúen ingresando inversores.
Todo se viene abajo cuando los depositantes, en cadena, comienzan a pedir la devolución del dinero al mismo tiempo. Como en los sistemas bancarios o financieros, las corridas y la pérdida de confianza fracturan el sistema, que colapsa de inmediato.
Hay un ardid que se repite casi siempre: la banda hace el primer pago a los depositantes. El segundo se vuelve una utopía.
“Lo hacen para engañar. Te pagan la primera vez, vos entrás, creés que son serios, llamás a familiares, los invitás a participar y ya no ves más un mango”, confió un pesquisa.
La banda piramidal funcionaba dentro de la Policía, obviamente sin autorización oficial, como “un círculo de inversiones”.
Había que ser policía para entrar, principalmente. De todos modos, los depositantes podían convocar a familiares directos (civiles). Pero debían ser bien cercanos.
Quienes comenzaron a declarar señalan que para “entrar” había que depositar dólares o pesos, con un monto importante. Los organizadores ofrecían un suculento interés, que rondaba entre el 30 y hasta el 40 por ciento.
Algo tan desmesurado que invitaba a desconfiar. O a ser víctima de la codicia.
