De algunas expresiones de la cultura que nos caracteriza como humanos suele decirse que “envejecieron bien”, o “envejecieron mal”, en referencia a si resistieron el paso del tiempo y siguen viéndose medianamente actuales como cuando aparecieron.
Por esos dos parámetros se pueden catalogar libros, películas, series, discos o lo que sea pasible de ser contrastado con el paso del tiempo, como la misma tecnología.
- 25 AÑOS. Ingresá al canal especial
Bueno, de la tecnología de hace 25 años podría decirse que envejeció tan mal, que desapareció. Del mismo modo que es inútil explicarle a alguien nacido en este siglo la relación entre una birome y un casete, un veinteañero no podría entender de qué aparatos y capacidades se hablaba entonces.
Aunque sea una obviedad para quienes ya éramos jóvenes adultos en 1996, casi nada de lo que existía como “dispositivos” parece guardar similitud con esos que hoy tenemos incorporados al punto de ya ni siquiera registrarlos de manera consciente. Algo de eso se puede rastrear en este artículo publicado el 22 de septiembre, un día después del lanzamiento de InterVoz, primera versión del sitio actual LaVoz.com.ar.
Por supuesto que no era para nada usual tener una PC en casa. Pero si algún pionero quería acceder a la nueva gran cosa que era Internet, en total debía contar con un piso de 1.000 pesos de entonces, que equivalían por la magia de la década convertible, a 1.000 dólares.
Era un dineral. Por esa plata (si tomamos el precio actual del dólar solidario, hoy serían unos 172 mil pesos o 185 mil al valor del dólar blue) se podía conseguir una PC con procesador 386 de Intel o equivalente, ocho megas de memoria RAM y un disco rígido de 120 megas de capacidad.
En ese importe también estaba incluido el modem, que se conectaba aparte y con un cable a la línea telefónica. ¿Gigas? Solamente se hablaba de velocidades o capacidades en gigas o terabytes en ámbitos teóricos académicos.
Es imposible dimensionar qué de todo lo que hacemos hoy podría lograrse con la velocidad de 56K que ofrecía ese equipamiento, pero si no hubiese cortes en el medio (usar internet en 1996 implicaba que no se podía hablar por teléfono fijo, y la telefonía móvil apenas existía) y con todo el viento a favor, en la actualidad tardaría tres minutos en cargarse una página simple y optimizada como Google; o 15 minutos en descargar una canción; o más de un día en descargar una película en calidad DVD-RIP, olvidemos el HD, el 4k o el 8k.
¿Y conectarse?
Además, también había que contratar un servicio que proveyera esa precaria conectividad, a un precio que iba de los 30 a los 50 pesos, lo que hoy sería entre 5.100 y 8.600 pesos. También había que tener presente que subiría la factura de teléfono, ya que cada minuto de navegación tenía el costo de una llamada local, y la tarifa de hora pico terminaba ascendiendo $1,60 (son 273 pesos de hoy, por una hora de navegación).
De cero a todo. En 25 años fuimos testigos de los cambios más brutales y profundos en la manera de comunicarnos. Un cuarto de siglo que, si vamos al archivo, parece mucho más que lo que indica la línea de tiempo cronológica.
