El riesgo real de ser reemplazado o despedido afecta a millones de trabajadores globalmente si no incorporan herramientas de inteligencia artificial (IA) en sus tareas diarias, según reportó el podcast Tech News Briefing de The Wall Street Journal.
Esta nueva realidad está redefiniendo los criterios de empleabilidad y desempeño en el mercado laboral mundial, donde la automatización es un requisito básico de competitividad.
La presión por la adopción de IA ya no distingue únicamente entre grandes corporaciones tecnológicas, sino que se extiende a empresas más pequeñas. Los casos crecen en compañías que asocian la resistencia a la IA con una falta de adaptabilidad profesional.
El ejemplo de la empresa IgniteTech resulta ilustrativo de esta transformación. Inicialmente, el proceso comenzó como un esfuerzo de capacitación e intercambio sobre IA, pero rápidamente se volvió obligatorio para todos los empleados.
Los trabajadores debían reportar y puntuar semanalmente la intensidad de su uso de la tecnología en sus procesos.
Clasificación y ceses masivos en IgniteTech
IgniteTech recurrió incluso a sistemas automatizados, incluyendo ChatGPT, para clasificar a su personal según el nivel de integración de la inteligencia artificial a sus procesos de trabajo.
El resultado de esta clasificación fue la aplicación de despidos. Los empleados que se ubicaron en la parte inferior del ranking fueron cesados, en un proceso que se repitió en varias rondas.
La exigencia de adopción de nuevas tecnologías llegó a la alta dirección de la compañía. Greg Coyle, exjefe de producto, fue apartado pocos meses después de plantear inquietudes sobre la velocidad de la automatización y la dependencia de herramientas incipientes.
En el mercado laboral, el mensaje es inequívoco: la supervivencia profesional depende de la capacidad para integrarse a procesos impulsados por IA.
Las compañías implementan tanto recompensas económicas para quienes lideran la adopción tecnológica, como penalizaciones, incluyendo evaluaciones de desempeño negativas y despidos, para aquellos que se resisten o quedan rezagados.
Desconfianza y datos globales de adopción
Expertos advierten que, en muchos sectores, la resistencia a la IA se asocia ahora con un perfil poco adaptable y con falta de disposición al aprendizaje continuo. Esto impacta de lleno en los procesos de selección y en las evaluaciones de desempeño laboral.
La reportera especializada en el ámbito laboral Lindsay Ellis describe esta presión creciente, que ya no distingue el tamaño de las corporaciones.
A nivel global, el uso de IA en las empresas ha crecido de forma acelerada durante el último año.
Diversos informes de consultoras como Gartner y McKinsey estiman que entre el 54% y el 70% de las organizaciones globalmente invirtieron en inteligencia artificial durante 2024. El crecimiento se centró especialmente en áreas como finanzas, recursos humanos y atención al cliente.
Pese a la inversión masiva, la transformación no está exenta de resistencia y dudas entre el personal. Un sondeo en Estados Unidos muestra que aproximadamente el 40% de los trabajadores que no utiliza IA desconfía de su utilidad para mejorar las tareas cotidianas.
Adicionalmente, cerca del 11% de los encuestados expresa su negativa a modificar sus hábitos laborales establecidos, aun si esto implica quedar al margen de la nueva ola tecnológica.
El riesgo de ser reemplazado
El mercado comienza a dividirse de manera radical entre los empleados que aprovechan la IA y aquellos que quedan atrás.
La tendencia marca que, si bien el temor inicial se centraba en ser reemplazado por la propia inteligencia artificial, la amenaza actual reside en ser reemplazado por una persona que sí sea capaz de aprovecharla plenamente.
La adaptabilidad, la capacitación constante y la disposición a explorar estas tecnologías ya no son solo habilidades complementarias, sino que se han consolidado como condiciones indispensables para prosperar profesionalmente en la era digital.






















