La idea de un túnel submarino que conecte América y Europa no es nueva; esta historia estuvo en la ciencia ficción por más de un siglo. Michel Verne, hijo de Julio Verne, ya describió un tren transatlántico en 1895. Sin embargo, las barreras tecnológicas y económicas siempre fueron un obstáculo.
Elon Musk, conocido por sus audaces promesas, afirmó que su empresa, The Boring Company, podría construir este túnel por una fracción del costo estimado inicialmente. El proyecto combinaría dos tecnologías clave:
- Trenes de levitación magnética (maglev): estos trenes utilizan imanes para levitar, eliminando la fricción con las vías y permitiendo alcanzar velocidades extremas.
- Túneles de vacío: al extraer el aire del túnel, se reduciría la resistencia aerodinámica, permitiendo que los trenes viajen a velocidades cercanas a la del sonido.
Con esta combinación, los trenes podrían alcanzar velocidades de hasta 4.800 km/h, permitiendo viajar de Nueva York a Londres en solo 54 minutos.
Cuáles son los desafíos técnicos y económicos
A pesar del entusiasmo, el proyecto enfrenta importantes desafíos.
El costo estimado inicial es de 19 billones de dólares, una cifra que supera el PBI de muchos países. Aunque Musk asegura que The Boring Company podría reducirlo a 19 mil millones de dólares, esta afirmación es vista con escepticismo.
Además, el túnel tendría que atravesar la Dorsal Mesoatlántica, una cadena montañosa submarina con alta actividad volcánica y tectónica. Esto implica construir un túnel hermético en un suelo que se mueve y expulsa lava.
Si bien existen trenes maglev, ninguno opera a las velocidades propuestas para este túnel. El Hyperloop, concepto similar de Musk, aún no ha demostrado ser viable a gran escala.
La promesa de Elon Musk de construir el túnel por “mil veces menos dinero” es audaz. A modo de comparación, el Eurotúnel, que mide solo 50,5 kilómetros, costó 13.600 millones de dólares. Si se aplicara este costo por kilómetro al túnel transatlántico, el precio superaría 1.47 billones de dólares.