Un equipo de investigadores liderados por la Universidad de Castilla La Mancha (UCLM), España, demostró que compartir de forma “repetitiva” los problemas a través de plataformas de mensajería instantánea, como WhatsApp, puede acabar amplificando el malestar emocional de las personas, impactando especialmente a las mujeres y a los más jóvenes.
El estudio, publicado en la revista Personality and Individual Differences, hace una distinción entre rumiación concreta, que consiste en centrarse en hechos específicos y posibles soluciones, y abstracta, que es pensar repetidamente en causas hipotéticas y consecuencias futuras de los problemas, asociándose esta última a mayores niveles de sintomatología depresiva.
Estos efectos se ven intensificados cuando dichas preocupaciones se acaban compartiendo de forma repetitiva en conversaciones cara a cara, pero sobre todo a través de plataformas digitales, donde precisamente las mujeres y las personas más jóvenes mostraron una mayor vulnerabilidad.
Cómo WhatsApp puede amplificar el malestar emocional
“Los resultados ayudan a comprender mejor cómo ciertos patrones de pensamiento y comunicación, especialmente en entornos digitales, pueden contribuir al malestar emocional en jóvenes”, destacó la investigadora del Departamento de Farmacología y Toxicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y primera autora del trabajo, Bianca Barreira.
Estos hallazgos pueden facilitar el diseño de intervenciones, tanto en el ámbito educativo como clínico, para la identificación de este tipo de patrones y promover formas “más saludables” de expresar y gestionar sus preocupaciones.
Barreria cree que eso puede ayudar a las familias, a los docentes y a los profesionales a detectar “dinámicas de riesgo” y actuar de forma preventiva. “Considerar el género y la edad es crucial al diseñar intervenciones para mitigar los efectos negativos de la co-rumiación y la rumiación abstracta. Comprender el papel de la mensajería instantánea en la configuración de estas dinámicas también es esencial para promover la salud mental en la era digital”, agregó.
Cómo sigue
Los investigadores apuntaron al siguiente paso, que consiste en diseñar y poner a prueba dichas intervenciones, tanto a nivel presencial como digital, así como plantear nuevas variables como el nivel socioeconómico, la alfabetización digital o el tipo de relación entre las personas (amistad, pareja, familia), de forma que se mejora la personalización y la efectividad de futuras estrategias de prevención.
El análisis contó con 329 jóvenes de entre 18 y 35 años, de los que el 70,8 por ciento son mujeres. Además de la UCM y la UCLM, el trabajo también contó con la colaboración del Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón.