OpenAI, la empresa que comanda Sam Altman, presentó su primer estudio focalizado en nuestro país, el “Argentina Productivity Report”, revelando datos posta sobre cómo millones de argentinos usan el ChatGPT. De hecho, el crecimiento de usuarios se triplicó de un año a otro, y estamos entre los cinco países de América Latina con más suscripciones pagas.
El informe detalla que el uso de esta herramienta se extiende más allá de los grandes centros urbanos, impactando en provincias y sectores diversos. Aunque los usuarios se concentran en jóvenes de 18 a 34 años y la mayor proporción está en la Provincia y Ciudad de Buenos Aires (46,6%), la IA ya está transformando la manera en que aprendemos y trabajamos.
Los resultados del estudio sobre el uso de Chat GPT en Argentina
Según el estudio, el principal destino de las consultas argentinas es obtener respuestas a tareas específicas, acaparando el 13% de los mensajes. Esto significa que, tanto individuos como equipos, lo emplean para conseguir soluciones veloces y profesionales, achicando el tiempo que antes se perdía buscando en manuales o en internet.

En un empate técnico con el 11% de los mensajes, el segundo uso más habitual está entre:
1. Recomendaciones paso a paso: se pide orientación clara sobre procedimientos, listados de verificación e instrucciones prácticas.
2. Tutoriales y enseñanza: el ChatGPT funciona como un “tutor personalizado”. Tanto estudiantes como jóvenes profesionales y pymes lo usan para comprender nuevos conceptos y convertir dudas en competencias más rápido.
Además de estas funciones primarias, la herramienta es clave en áreas más chicas pero relevantes para la productividad, como la redacción personal, la ideación creativa, la edición o crítica, y la creación de imágenes.

El impacto más visible de esta tecnología se da en las pequeñas y medianas empresas (Pymes), que la adoptan para acelerar la creación de contenido, automatizar tareas y mejorar la atención al cliente. Estas soluciones permiten que incluso equipos reducidos logren resultados “antes impensados”.
La IA tiene un “efecto transversal” en la economía. En el sector salud, por ejemplo, el Hospital Italiano experimenta con algoritmos que apoyan diagnósticos por imágenes, mientras que en el agro se combina con sensores de suelo para optimizar el uso del agua.