Los amantes de la historia y la arquitectura tienen una referencia muy curiosa: el rascacielos más pequeño del mundo, ubicado en Wichita Falls, Texas (Estados Unidos). Aunque su título no es oficial, la anécdota tras su construcción es toda una leyenda.
Se trata de una construcción de 12 metros y cuatro pisos levantada en 1919, aunque al levantarla se esperaba que tuviese mucho más altura. De acuerdo con el blog La piedra de Sísifo y el escritor Pedro Torrijos, los antecedentes de este edificio tienen su origen en el crecimiento económico que se dio en la primera década del siglo 20 en el viejo estado de Texas.
Allí, pueblos como Burkburnett y Wichita Falls experimentaron una bonanza como pocas: nacimientos, nuevos ricos y negocios prosperaban de la mano de la llegada de migrantes y los yacimientos de petróleo.
Sin embargo, el punto de quiebre de la historia se dio cuando en Wichita Falls, que se había convertido en el centro logístico local, no había más espacio para oficinas. Entonces, los principales acuerdos, contratos y boletos de compraventa se dieron en las esquinas de las calles y en oficinas improvisadas con tiendas de campaña.
La solución al problema de la falta de espacio no demoró en llegar: en 1919, un hombre llamado J.D. McMahon anunció que construiría un edificio en el que se podrían albergar nuevas oficinas.
La gran estafa
Habiendo promocionado su idea, el hombre recaudó U$S 200.000 de la época, que a día de hoy son más de tres millones de dólares (según estiman las fuentes), bajo la promesa de que haría un edificio de gran altura para sus inversionistas.
Sin embargo, lo absurdo de la historia radica en los detalles: McMahon redactó los documentos legales de la construcción indicando que la altura del edificio sería de 480′' (pulgadas), en lugar de 480′ (pies), una diferencia que apenas se notaba en las actas y que con gran entusiasmo firmaron sus clientes.
Esas 480 pulgadas equivalen a 12 metros, y no a los 150 metros que los inversores pensaron que estaban pactando en los documentos.
Como corolario, el hombre utilizó para la construcción a su propio grupo de trabajadores, y edificó los cuatro pisos de la estructura junto al viejo edificio Newby, en terrenos que no tenía permitido construir.
Terminado el edificio, dice la historia que McMahon abandonó el pueblo de Wichita Falls, llevándose el dinero que le habían entregado, y con él la ilusión de un rascacielos que nunca vio la luz.
A pesar de que los clientes intentaron recuperar su inversión con una demanda, la tecnicidad en el documento donde se planificó el edificio les jugó en contra, y asimismo, lo ratificó un juez local.
Inaugurado en 1919 y calificado por los habitantes de Wichita Falls como una vergüenza para la ciudad, el llamado “rascacielos más pequeño del mundo” (world’s littlest skyscraper, en inglés) ha logrado sobrevivir al paso del tiempo y de los múltiples ocupantes que pasaron por él, así como a las llamas que lo afectaron en 1931.
