Durante un reciente viaje a Nápoles, Italia, la influencer española Judit Canovas, conocida como @juditcanovas en TikTok, descubrió una práctica local que la dejó fascinada. En una cafetería, notó que los clientes tenían la opción de pagar cafés adicionales para personas que no podían costearlos.
Esta iniciativa, conocida como “café pendiente”, llamó tanto su atención que decidió compartir la experiencia en un video que rápidamente se volvió viral.
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Según relató Canovas en su publicación, el mecanismo es simple pero poderoso: “Por lo tanto, alguien que quiere un café y no se lo puede permitir, puede coger uno de los que hemos pagado nosotras”. Este gesto solidario, que forma parte de la cultura napolitana, promueve la empatía y el apoyo mutuo en la comunidad.
La reacción en redes sociales: entre el entusiasmo y la controversia
El video acumuló miles de reproducciones y comentarios en cuestión de horas. Mientras algunos usuarios celebraron la idea como un ejemplo de solidaridad que debería replicarse en otros países, otros cuestionaron su viabilidad en contextos diferentes.
Algunos internautas señalaron que la iniciativa podría ser objeto de abusos. “No puedes dar nada gratis, ni esperar que la gente sea honrada, porque somos muy espabilados y tenemos mucha cara”, comentó un usuario en tono crítico. Sin embargo, otras personas defendieron la práctica, destacando su impacto positivo. “Menos es nada y un café caliente por la mañana puede ayudar mucho”, expresó otro usuario en apoyo a la propuesta.
Una tradición con historia y valores
Aunque el “café pendiente” se viralizó recientemente gracias al relato de Canovas, esta tradición tiene profundas raíces en Nápoles. En esta ciudad italiana, conocida por su espíritu comunitario, la costumbre permite a los clientes dejar uno o más cafés pagos para quienes no pueden costearlos, confiando en la honestidad de quienes lo necesiten.
Este gesto, que combina generosidad y confianza, ha sido parte de la vida cotidiana napolitana durante años y representa un enfoque filantrópico que sorprende a visitantes de todo el mundo. Para Canovas, esta práctica es una fuente de inspiración y un ejemplo de cómo pequeños actos pueden fomentar valores de solidaridad en cualquier lugar del mundo.
