Las relaciones personales dejan huellas que se manifiestan en cómo se habla de quienes fueron parte de nuestra vida. Si sos de las personas a las que les cuesta dejar de referirse de manera negativa a su ex, la psicología tiene mucho que revelar sobre lo que realmente se esconde detrás de este comportamiento. Lejos de ser un simple desahogo, detrás de este gesto cotidiano pueden esconderse emociones complejas que van desde la necesidad de validación hasta el intento de procesar experiencias dolorosas.
Los psicólogos analizaron la importancia de revisar tanto el motivo como el tono de los comentarios negativos y explican que mantener viva la narración de un conflicto no favorece la recuperación emocional. Cuando vos traés constantemente a la memoria a tu expareja y hablás desde el “me hizo”, en realidad estás hablando desde una herida. El desafío radica en reconocer el dolor sin que este se convierta en rencor. Lo que realmente hay que trabajar es ese dolor emocional.
La psicología detrás de la crítica constante a tu expareja
El hábito de hablar mal de alguien, incluido un ex, puede estar profundamente arraigado en mecanismos de defensa psicológicos, como la proyección y la devaluación reactiva.
Según la psicología Gestalt, cuando criticás a los demás, en realidad estás hablando de vos mismo. La proyección es un mecanismo donde rechazás aspectos de vos mismo y se los adjudicás a otros. Si criticás la ira o la inmadurez de tu ex, es posible que sea algo de tu propia personalidad que no estás preparado para reconocer o que no te permitís expresar. Al proyectar, siempre estás pasando tu opinión por el filtro de tu propia experiencia, sintiéndote impotente para cambiar la situación porque la culpa siempre será externa.

Otro mecanismo es la devaluación reactiva, definida como una forma de defensa psicológica que busca desacreditar o infravalorar a alguien que se considera amenazante o que pone en riesgo tu autoestima o identidad. La persona que recurre a esto tiende a destacar los aspectos negativos de los demás (tu ex) para sentirse superior y proteger su propia autoimagen. Este comportamiento, que puede manifestarse como críticas constantes o menosprecios, revela una baja autoestima subyacente e inseguridad profunda.
El apego a la ira y el rencor luego de finalizar una relación
En muchos casos, el odio constante o el resentimiento hacia un ex no solo es una pantalla pública para convencerte de que tomaste la mejor decisión o que estás mejor ahora, sino que puede ser una forma de mantenerte conectado con esa persona que te hizo daño. La ira y el sufrimiento intenso, aunque sean emociones negativas, son una forma de apego intenso. Si no podés estar en la misma habitación que tu ex sin sentir malestar, estás emocionalmente apegado, aunque estés separado.
Para dejar de lado esa narrativa tóxica y sanar, es fundamental cambiar la perspectiva hacia el aprendizaje. Si bien la ira no es una emoción “mala,” se necesita coraje para liberarse de los efectos corrosivos de vivir demasiado tiempo con rencor.
Tu primer paso debe ser cortocircuitar tus tendencias rumiantes. Tenés que atraparte en medio de esos pensamientos negativos y recordarte que la relación terminó oficialmente. Si vas a seguir adelante, debés confiar en tu propio juicio y permitir que tus ideas y puntos de vista desplacen los del pasado. Incluso si tomás una decisión equivocada, al menos será tuya para vivirla. Fomentar el autoconocimiento te permite identificar patrones negativos y sesgos, facilitando una visión más objetiva y compasiva para, finalmente, seguir con tu camino.