En Argentina, la cocina no solo es el corazón del hogar, también es un territorio donde se mezclan la creatividad, la costumbre y la falta de espacio. Entre ollas, fuentes y bandejas, una práctica doméstica se convirtió en objeto de debate nacional: usar el horno como depósito.
Lejos de ser una rareza, esta costumbre atraviesa generaciones y es parte de la lógica cotidiana de miles de hogares —especialmente los que viven en departamentos chicos—. Sin embargo, un video reciente en TikTok reavivó la polémica y terminó transformándose en un análisis social sobre la desigualdad, la organización y los privilegios.

“¿Quién tiene el horno vacío?”: el TikTok que encendió la discusión
La usuaria Moni Caruso fue quien lanzó la pregunta que generó miles de respuestas: “¿Quién de ustedes tiene el horno vacío? Quiero saber si realmente hay alguien que no ponga las fuentes dentro del horno.” La reacción fue masiva. Cientos de usuarios respondieron de manera unánime: “El horno se usa para guardar cosas”.
Los comentarios revelaron una verdad compartida por gran parte del país: el horno no solo sirve para cocinar, sino también para almacenar pizzeras, bandejas, fuentes y moldes. Algunos lo bautizaron como “el horno multifunción”, otros lo defendieron con orgullo como “guarda bandejas nacional”. Incluso hubo quienes le dieron un tono identitario: “Si no guardás las fuentes en el horno, no sos argentino.”
Aunque la reconocida chef Narda Lepes no participó del video original, su nombre apareció rápidamente en los comentarios. Muchos usuarios la mencionaron como supuesta crítica de esta práctica, lo que derivó en una oleada de reflexiones sobre la distancia entre las cocinas reales y las ideales. “Habla desde su privilegio, tiene espacio de sobra”, escribió una usuaria, sintetizando un sentir general.
Otros apuntaron que, más que una cuestión de orden o estética, guardar cosas en el horno responde a una necesidad concreta: los hogares pequeños y la escasez de espacio de guardado. En palabras de una cocinera amateur: “No tengo dónde poner las fuentes enormes. Es eso o dejarlas arriba de la heladera.”
El debate reveló algo más profundo que una simple costumbre doméstica: la brecha entre la cocina ideal y la cocina real. Mientras que desde el ámbito profesional se promueve mantener el horno vacío por seguridad o funcionalidad, en la mayoría de los hogares argentinos ese consejo resulta impracticable.
En tiempos de viviendas cada vez más pequeñas, el horno se convirtió en símbolo del ingenio cotidiano: un lugar donde el orden se impone a la falta de espacio. Así lo resumió una usuaria en los comentarios del video viral: “Mi horno, mis reglas.”
Y quizás esa frase condensa la esencia del fenómeno: más que una polémica sobre limpieza o costumbre, se trata de una resignificación del espacio doméstico, donde la creatividad vence a la falta de metros cuadrados.
























