Siguen las repercusiones por la detención de la azafata Daniela Carbone (47) en el marco dela investigación que se inició por la amenaza de bomba en el vuelo AR1304 de Aerolíneas Argentinas, que debió ser evacuado en su totalidad (270 pasajeros) el 21 de mayo cuando estaba por partir rumbo a Miami desde el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.
A la mujer se le adjudica el haber mandado un mensaje de audio que decía lo siguiente: “Decile al capitancito que le pusimos tres bombas en el Miami. Que se deje de joder con la política y chequee el avión porque van a volar en mil pedazos”.
Lo hizo con voz distorsionada enviando el contenido a distintos celulares de sus compañeros de trabajo, utilizando el teléfono de su hija con un chip prepago.
Esta situación habría sido motivo de discusiones entre la comisario de a bordo, que el martes se negó a declarar ante la Justicia y sigue presa en el Aeropuerto de Ezeiza, y la joven, que tiene 21 años.
La terrible discusión entre la azafata de Aerolíneas y su hija por los audios de la amenaza
De acuerdo con lo publicado por Clarin.com hubo un mensaje por Whatsapp de parte de Daniela Carbone, ex de otro tripulante que iba en el avión, con voz distorsionada, y por el que fue detenida.
El domingo 28 de mayo, pasadas las siete de la tarde, la tripulante de cabina no imaginaba que iba a ser detenida un rato después de aterrizar en Ezeiza luego de regresar de Miami en un vuelo de la aerolínea estatal para donde trabaja hace dos décadas.
Según pudo reconstruir ese medio, Carbone se comunicó con su hija Candelaria, con quien mantuvo un diálogo muy intenso y elevado de tono.
Apenas pisó tierra firme, la azafata se comunicó con Candelaria, le dijo que estaba “muy cansada”, que el vuelo se le hizo “interminable” y le pidió que le diera una mano para ordenar.
Una de las preocupaciones eran las balanzas que la tripulante usaría para pesar los equipajes cuando está en el exterior y no volver excedida de peso.
El clima entre madre e hija venía tenso toda la semana mientras las dos intentaban insistentemente recuperar la clave de iCloud -la nube que almacena los datos de iPhone- de Daniela. Se presume que perdió el acceso a su cuenta cuando hizo el cambio de chip para hacer la amenaza de bomba, según la hipótesis de la investigación.
Cualquier cosa era motivo de chisporroteos, como por ejemplo, que Candelaria tardara algunos minutos en responderle a Daniela los mensajes en los que le daba instrucciones para intentar loguearse desde distintos dispositivos, recordar mails y contraseñas.
O también que la hija y su novio hayan usado la parrilla de la casa en ausencia de Daniela: “Es un quilombo limpiarla si no se usa papel de aluminio” y, hasta le habló de un “posible escape de gas”. La joven, irascible, respondió de mala manera: “Uy, pará, siempre tenés algo para decir”, a lo que la azafata le devolvió sin anestesia: “Ya sé que volví y te cagué la vida”.
No eran todavía las ocho de la noche del domingo y la trifulca no aflojaba. “Estás infumable”. “No se te puede hablar”. “Estuve trabajando y lejos de casa cinco días”. “Llegas y no parás de dar indicaciones”. “Ya sé que tengo que ayudar”. Así, palabras más, palabras menos, resultaba el diálogo entre Carbone y su hija. “Si vas a estar con cara de orto cuando llegue y no se te puede hablar, andate a lo de tu novio... Todos estos días estuviste con él en casa”.
Nada presagiaba lo que estaba a punto de suceder en Ezeiza. El desgano de Candelaria para responder a la catarata de preguntas de Carbone, que quería, insistentemente, saber como estaba su gatita Blanquita. “Blanca está bien, tranquila, que no se murió. Y la parrilla está limpia”, devolvió la hija.
Carbone quería hacerle entender a su hija que colaborara un poco más en la casa. “Todo es mi culpa, no se te puede hablar”, insistía la azafata, mientras que Candelaria no la dejaba pasar. “Cuando bajes un cambio, seguimos hablando. Con vos así, no se puede”.
La charla entró en su punto más caliente cuando Carbone le señaló su egoísmo a su hija, que le dijo: “La egoísta sos vos, que me podés cagar la vida a mí por una pendejada”.
Según Clarín, esa “pendejada” tendría que ver con el uso del teléfono de la joven para hacer la amenaza.
Pasaron algunos minutos más, los pasajeros que llegaban a Buenos Aires terminaban de bajar del Airbus A330 de la aerolínea de bandera. Las dos mujeres se peleaban por plata. Hasta que algo cambió todo: “Hija, me llevan detenida”, dijo Daniela. Candelaria no lo podía creer. Su madre le pidió que llamara urgente a un contacto.
Candelaria hizo el llamado indicado y se desayunó con todo lo que estaba ocurriendo. Carbone, mientras era llevada detenida, alcanzó a decirle a Candelaria: “Hija, ni una palabra a nadie”.