Dillon Wilford tiene 10 años y quiere morirse. Está empezando esta aventura que llamamos vida y ya no aguanta más. Es que una enfermedad rarísima lo condenó a un dolor que no puede aguantar.
El niño tiene un síndrome de dolor regional complejo, conocido como SDRC. No tiene cura, sólo existen algunos tratamientos paliativos, pero que en el caso de Dillon no son suficientes.
El síndrome de dolor regional complejo (SDRC) es una afección de dolor crónico. Provoca dolor intenso, por lo general en los brazos, las manos, las piernas y los pies.
La familia del niño la conforman su madre, Melanie, y su hermana Maddison, quien tiene 24 años. Todos son de la ciudad inglesa de Bolton. Su padre murió cuando él era chico, dejando la carga del cuidado en la hermana y la madre.
Luego de conocer el diagnóstico, el estado de salud de Dillon ha empeorado. Ahora el dolor va desde el tobillo hasta la parte inferior del muslo y cualquier contacto, incluso con su propia ropa, le produce un tormento inexplicable y le ruega a su madre que le amputen la pierna.
“Cae en una agonía insoportable cada vez que pone el pie en el suelo o si toca algo”, le contaron los especialistas al diario The Mirror.
Un dolor insoportable
En los meses transcurridos desde que el niño contrajo CRPS, apodado “enfermedad suicida”, la madre Melanie le contó al Mirror que “el ruido y los gritos que atraviesan nuestra casa te irritan el alma”.
“El grita las 24 horas del día”, contó afligida la mujer y agregó que Dillon ni siquiera puede soportar el “viento o la lluvia” en su piel.
“Como familia estamos destrozados, Maddie y yo tenemos que escuchar a Dillon pedirnos que lo matemos, imagina escuchar a tu hijo de 10 años decir que quiere lastimarse para parar el dolor, cuán absolutamente desgarrador es esto para nosotros”.