La nomenclatura dice que estamos en una lomita bien verde de Salsipuedes, pero la referencia más exacta para llegar hasta La Estancita es la posta policial que se encuentra en el medio del Camino del Cuadrado. Apenas pasando el puesto, hay que doblar a la izquierda.
Ese camino conduce al dique La Quebrada por Colanchanga, pero recorrerlo puede ser el plan después de comer, porque nuestra primera parada se ve desde la ruta y ya está echando humo. Es un quincho abierto que está prestando servicios desde diciembre, sumándose a la propuesta de la zona.
El Camino del Cuadrado ya es un polo gastronómico en sí (hay por lo menos seis propuestas de calidad), demostrando como cada vez que el estado abre puertas se generan nuevos destinos turísticos y un consecuente movimiento orgánico de todo tipo de valores.
La propuesta
La idea del parador es bien romántica: pocos platos en la carta, mucho fuego en la cocina. Brasas, parrilla, horno de barro, todo a la vista. El humito de la leña es el juego sensorial previo.
Tenemos mesas y bancos, un techo tipo quincho y mucho verde y espinillos alrededor. Para beber pedimos un vino blanco y lo primero que aparece es el Chardonnay de Familia Bianchi ($ 9.000), siempre espléndido con su equilibrada acides.
La carta de vinos blancos debería emparejarse con respecto a la de tintos. Es un tendencia mundial la baja del segundo es pos de algo más liviano y fresco. ¡Sobre todo en verano! Pero hay excelentes vinos de entry level.
Hay que buscar y ofrecer lo mejor al visitante en la relación precio calidad. ¡Y no olvidar nunca que blancos, rosados y espumosos se sirven fríos!
“Appetizer” y entrada
De appetizer llega una tablita muy vistosa, con chorizo criollo casero con salsa criolla, tomates cherry frescos, aceitunas verdes y pan casero con chimichurri. Muy colorida y divertida, para lograr un comienzo con sorpresa y expectativa.
El blanquito brilla en nariz y marida en boca con el perfume del paisaje, que no es otra cosa más que el entorno más próximo.
De entrada vamos a probar empanadas ($ 2.000). No salen del horno sino que son fritas. Una de carne cortada a cuchillo y otra criolla tradicional. Cuando llegan no queda más que disfrutar: hay textura, hay jugos, hay contrapuntos con verdeo y pimiento rojo, hay condimentos que juegan con la humedad.
¡Hay una empanada para recordar!
Carnes
Entre los principales hay ensaladas, pastas, milanesas, sándwiches de carne a la parrilla y cortes individuales con guarnición. Vamos por la carnes, es lo que está a la vista y la especialidad de la casa.
Con buen tino el camarero (que es el propietario) pregunta el punto de cocción de las carnes, pero… es difícil jugar con los puntos de cocción en cortes de carne tan delgados.
Tanto las Costillas ($ 12.500) corte banderita como el Chulelón de res ($ 13.000) llegaron bien flaquitos. Decir “el chuletón” suena lindo y al menos grandilocuente, ¡pero después hay que respaldarlo en la mesa con alto impacto!
Lo mejor fue el acompañamiento: una selección de vegetales grillados para salsear con alioli y chimichurri. Una tabla colorida y diversos sabores y texturas para acompañar la carne. Ese es el camino.
Entonces tenemos carnes, vegetales, humo, hierbas, especias. Todo lo que está bien para un domingo al mediodía en el medio de las sierras.
Baño y postre
Las instalaciones son de parador (literal) pero está completo el servicio de tocador. Cuando volvemos a la mesa tenemos una pequeña gran obra que juega en las ligas mayores de la gula profesional. Flan casero ($ 2.800) de ensueño, con dulce de leche, fresco y suave como el caramelo serrano.
En fin, otro parador en el camino del Cuadrado, otra opción que viene bien porque, ante el éxito desde la apertura del primero (Parador El Cuadrado) a finales de 2012, esta ruta no ha parado de crecer.
Parador La Estancita
Calificación: Bueno
Ruta E-98 (Camino del Cuadrado) s/n. Salsipuedes.
Abierto de viernes a domingos, mediodía y noche.
Efectivo y tarjetas (con recargo).
