La tragedia de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes de la Iglesia católica y ocultados por sus autoridades ya ha producido docenas de grandes películas, series y documentales en todos los continentes. Pero no deja de ser fuente de nuevas producciones que muestran nuevos costados y perspectivas del drama que siguen sufriendo miles de personas en el mundo.
Esta vez se trata del documental estadounidense Procesión, que acaba de ser subido a la plataforma Netflix y en el cual seis hombres que fueron abusados por religiosos católicos se juntan en una experiencia catártica para intentar superar los traumas que les ocasionaron los ataques sexuales que sufrieron cuando eran niños.
La película, dirigida por Robert Greene, fue estrenada en septiembre de 2021 en el Festival de Cine de Telluride, Colorado, que se especializa en mostrar primeras realizaciones de directores jóvenes.
Un documental diferente
Lo que distingue esta historia de otras tantas sobre la misma temática es que aquí el director reunió a seis hombres adultos –de unos 60 años, cuyos casos fueron defendidos por la misma abogada del Estado de la ciudad de Kansas, en el estado de Missouri– para que juntos elaboraran y participaran de una dramatización de sus casos.
Acompañados por una dramaterapeuta, quien va intentando dar sentido a los guiones y a las teatralizaciones que proponen los seis hombres, el documental se va armando frente a los ojos de los espectadores, que son testigos de su backstage y de las inseguridades, los llantos y los discursos de superación de cada protagonista.
Por momentos, la dinámica del documental parece más una práctica esotérica, al estilo de una constelación familiar, ya que cada uno de los abusados, o bien sus familiares reales, actúan como personajes en las historias de los demás.
Ver a un abusado por sacerdote actuar de sacerdote abusador es una situación que por lo menos lleva a preguntarse hasta dónde llegan la terapia o la búsqueda del espectáculo, y qué tan atractiva puede ser esa dramatización para la audiencia.
La situación se complejiza con la intervención de un niño actor que va poniéndose en la piel de cada uno de los abusados en las escenas guionadas por ellos, para recrear las agresiones sexuales de las que fueron víctimas.
Un elemento importante en todas las historias es que los abusados, aconsejados por la dramaterapeuta, deciden trasladarse a los lugares reales donde sufrieron los ataques de los sacerdotes: iglesias, casas particulares o de descanso de sacerdotes, armarios y confesionarios.
De cada una de esas experiencias, los protagonistas dirán que salen fortalecidos tras exorcizar los escenarios de sus pesadillas, como en una terapia psicológica simplista resuelta en cuestión de minutos.
Un drama todavía sin final
Un elemento común en estos hombres abusados es que sus atacantes nunca fueron llevados a la cárcel. Escaparon y nunca fueron encontrados, siguen protegidos por las autoridades del Vaticano o murieron.
La contribución de Procesión es ponerles rostros reales a las víctimas de los abusos, a sus familiares, y mostrar su militancia para que no haya más niños a los que les suceda lo que a ellos.
Desde que Spotlight ganó el Oscar a mejor película en 2015, al contar la historia real de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes de la capital católica de Estados Unidos, Boston, el cine y las series encontraron un aljibe inagotable en esta problemática que todavía no ha sido superada por el Vaticano.
El club, otra película subida este año por Netflix, muestra lo que ocurre en una casa de refugio para sacerdotes abusadores que funciona en el sur de Chile, un país que también fue afligido por casos escandalosos de abusos.
Cada año se publican nuevos informes internacionales que revelan miles de casos de abusos.
Como el conocido en octubre de 2021 sobre los 216 mil abusos sexuales documentados en Francia desde 1950. Tampoco cesan los casos de sacerdotes, obispos y cardenales involucrados en ataques sexuales, como el del obispo polaco Edward Janiak, cuya renuncia fue aceptada en octubre por el papa Francisco, debido a que encubrió casos de pederastia cometidos por sacerdotes.
En Argentina existe una Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos que habitualmente denuncia nuevos casos protagonizados por sacerdotes.
A nivel local, este año se conoció el libro Secreto Pontificio, del exsacerdote cordobés Adrián Vitali, quien basándose en estadísticas internacionales afirma que todavía quedan 637 curas pederastas argentinos que no han sido denunciados.
