El desierto vuelve en forma de mito inabarcable de la ciencia ficción en Duna: Parte 2, secuela que retoma los eventos de la primera parte allí donde el espectacular filme de 2021 los había dejado. El realizador Denis Villeneuve continúa con la adaptación al pie de la letra del clásico literario de Frank Herbert, al narrar cómo el intrépido Paul Atreides (Timothée Chalamet) se une a la tribu de los fremen por intermedio de su enamorada Chani (Zendaya) y del noble Stilgar (Javier Bardem), después de haber perdido a su familia aristócrata en lucha con las fuerzas enemigas.
Al héroe lo acompaña su madre Jessica (Rebecca Ferguson), que persuade a los fremen de que su hijo es un profeta divino capaz de instalar el paraíso en el planeta Arrakis. A medida que Paul va asumiendo ese rol mesiánico no exento de un lado oscuro, se prepara la guerra final contra los feos Harkonnen que comanda el emperador Shaddam IV (Christopher Walken).
Rodada en locaciones como Jordania y Abu Dhabi a lo largo de unos infatigables tres meses, la película, que se centra en la segunda mitad de la voluminosa novela de Herbert (con guion de Villeneuve y de Jon Spaiths), anticipa una trama de más acción y revelaciones radicales.
La música de Hans Zimmer y la fotografía de Greig Fraser son de nuevo eslabones imponentes de la partida, más todavía en el terreno visual, teniendo en cuenta que el filme se rodó esta vez de forma íntegra con tecnología Imax, llevando al extremo la escala paisajística de grandes dimensiones. Los gusanos monstruosos, las naves espaciales y las batallas campales siguen alimentando asimismo el inventario mixto de la saga, así como las civilizaciones multiculturales y la “especia” de consumo trascendental.
Al elenco consolidado de Chalamet, Zendaya, Ferguson, Bardem, Josh Brolin, Dave Bautista, Charlotte Rampling y Stellan Skarsgård se unen por su parte el mencionado Walken; Austin Butler (ex Elvis Presley) en su caracterización del temible Feyd–Rautha Harkonnen, sobrino del barón Harkonnen y serio pretendiente a arrebatarle el trono a Atreides; Florence Pugh como la custodiada princesa Irulan, hija de Shaddam IV; Léa Seydoux en el rol de Lady Margot; e incluso la argentina–estadounidense Anya Taylor–Joy cuenta con un crucial cameo.
Son nombres de artillería pesada para una franquicia que en su primera entrega fue reconocida únicamente por dotes técnicas; los seis Oscar que ganó fueron por banda sonora, sonido, edición, fotografía, diseño de producción y efectos especiales.
Líder oscuro
Sea como sea, la taquilla fue rendidora para esa introductoria Duna, que cosechó 400 millones de dólares en el mundo a partir de un presupuesto inicial de 165 millones en una época en que los cines se veían aún acechados por la pandemia. La respuesta del público hacia esta segunda parte será decisiva para la continuidad del proyecto de Legendary/Warner, que baraja una tercera entrega que convertiría el díptico en trilogía, también con dirección de Villeneuve.
El filme adaptaría la segunda novela de la saga de Herbert (de seis) El mesías de Dune, ya con Atreides erigido en emperador absoluto e impiadoso del Universo Conocido. El director canadiense puede darse, sin embargo, por satisfecho con Duna: Parte 2, habiendo concretado una traslación titánica que supo en su momento ser un lastre para Alejandro Jodorowsky y David Lynch, realizadores que se obsesionaron fallidamente por darle forma visual a la imaginería de Herbert.
Pero la ambición de Villeneuve no se sacia fácilmente, ya que el responsable de La llegada y Blade Runner 2049 planea por estos días una adaptación de la novela de ciencia ficción Cita con Rama de Arthur C. Clarke y una biopic de Cleopatra, con base en la biografía de Stacy Schiff.
Lo importante para él al momento de abordar Duna: Parte 2 era dejar en claro un sentido que en la novela se malinterpretó. Con su entronización del Atreides megalómano, Herbert pretendió alertar contra los líderes carismáticos, pero su gesto fue percibido como una celebración ambivalente.
De ahí que escribiera la posterior El mesías de Dune, a la manera de un resarcimiento y una recapitulación que exhibiera las consecuencias nefastas del reinado del protagonista. Villeneuve, en cambio, se dedicó a acentuar ya en esta instancia la dimensión sombría de Atreides, que se muestra con intenso dramatismo al final de Duna: Parte 2.
Allí es donde la labor de Chalamet se torna central, siendo que el intérprete de 28 años debió pasar de ser un joven heroico a un tirano malsano. Esa transmutación acompañó al mismo tiempo la maduración del actor en oficio y en edad.
“Para mí fue fenomenal ver a Thimotée convertirse en hombre –dijo Villeneuve en charla con Screen Rant–. En la primera parte él era un niño, y de a poco fue haciéndose hombre; se volvió esta figura tenebrosa y carismática, el poderoso ‘Lisan al-Gaib’. Timothée hizo un trabajo fabuloso, me conmovió cómo fue ganando confianza y trabajando cada vez mejor a medida que su personaje se asumía líder”.
Y concluyó: “Timothée se sintió bastante más seguro en Duna: Parte 2. Sabía cómo protegerse, cómo focalizarse e insuflarle espíritu al resto de los actores. Adoré mucho más trabajar con él en esta ocasión. En la primera implicó una gran experiencia, pero en esta fue una experiencia fantástica”.
Para ir a ver “Duna, parte 2″
Dune. EE.UU., Canadá, 2024. Guion: Denis Villeneuve y Jon Spaiths. Con: Timothée Chalamet, Zendaya y Rebecca Ferguson. Duración: 166 minutos. Clasificación: Apta para mayores de 13 años. En cines.
