Llega “Tár”, con Cate Blanchett: caída del púlpito

Los ecos del #MeToo y las cancelaciones en la cultura suenan fuerte cada día en la comunidad del espectáculo global, donde también comienzan a surgir producciones que matizan el fenómeno. Es el caso de Tár, la tan elogiada como discutida película de Todd Field que se estrena en cines locales con el empujón de seis nominaciones al Oscar, incluyendo a mejor película.

Cate Blanchett (gran candidata a mejor actriz en su terna, habiendo ya ganado numerosos premios por el rol) es la virtuosa cara visible del drama, en el que interpreta a la prestigiosa y ficticia compositora y directora de orquesta Lydia Tár.

De origen estadounidense e instalada en Alemania como cabeza de la paradigmática Orquesta Filarmónica de Berlín, la protagonista transita el pico de su carrera preparándose para una grabación en vivo de la Sinfonía N°5 de Mahler y la publicación de un libro que la tiene como centro. Su exigente agenda se reparte entre ensayos, viajes, revisiones de discos, entrevistas a los medios y tirantes lecciones con estudiantes que padecen su severidad.

Lejos de la corrección, Tár es una mujer nada complaciente que critica la cancelación y las demandas de género por más que encarne al mismo tiempo un icono heroico en un medio marcadamente masculino; en efecto, no hay un emblema real de la música clásica con el que ella pueda ser comparada.

Autodefinida una “lesbiana intensa”, Tár comparte departamento berlinés con su colega Sharon Goodnow (Nina Hoss) y la pequeña hija adoptada de ambas Petra (Mila Bogojevic), a la vez que mantiene un lazo confidencial con su atribulada asistente Lydia (Noémie Merlant). Solo el trabajo duro y la sublimación artística parecen complacer a la altiva Tár, que entrevé un declive repentino de su auge cuando es objeto de denuncia de abuso por parte de una expupila.

La película de Field va desentrañando así a una depredadora sexual al límite de su abismo verticalista, que pierde el control orquestal en un mundo que ya no valora la el absolutismo de los grandes genios. Como una versión actualizada de Caché de Michael Haneke, Tár pone asimismo en primer plano el asedio tecnológico de las cámaras y las pantallas, el elemento complementario de un linchamiento anónimo que desprecia el estatus.

Para ser un filme de reacción tan rápida ante el presente, Tár es recién la primera película en 16 años de Field, quien antes había dirigido En el dormitorio (2001) y Secretos íntimos (2006). El director escribió el guion durante las primeras semanas de la pandemia pensando de manera específica en Blanchett, cuya agente al principio desestimó el ofrecimiento ya que la actriz estaba ocupada en otros proyectos; Field chocó el auto al recibir la respuesta. Por compasión, la agente le dijo que le mandara el guion, que después Blanchett leyó sorprendida.

De obtener el Oscar por el papel, sería el tercero para la australiana: ya lo ganó por Blue Jasmine en 2014 y por El aviador en 2005. Para componer a Tár Blanchett debió aprender alemán (dice que se basó en el acento de la escritora Susan Sontag), tomar clases de piano y estudiar el trabajo de Gustav Mahler.

Poder orquestal

Field ahonda en el personaje en nota con Dazed: “El dilema de Lydia es que ella en sus comienzos le abrió el corazón a una música que percibía auténtica, adoptando un camino devocional como si estuviese entrando a un monasterio. Pero su vida ahora es distinta. Está por cumplir 50 años. Le ha dado la espalda a lo que amaba de joven. ¿Importa realmente que alguien lleve a cabo otra grabación de la Sinfonía N°5 de Mahler?”, señala.

“Ella está ahora mirando por el espejo retrovisor, pensando: ‘¿A qué costo llegué a este lugar? ¿Por encima de quién tuve que pisar?’. La película no es sobre una directora de orquesta o sobre la música de concierto”, redondea.

“Es un filme sobre el poder. ¿Cuáles son los compromisos exigidos por el poder, ya sea que lo tengas, que quieras mantenerlo, que quieras asociarte a él? Es una cuestión muy distinta a decir ‘quiero hacer arte’. Ella está sentada en lo alto de esta enorme burocracia cultural. Se maneja en términos políticos, y algunas veces no del todo bien. Toma decisiones en base a su experiencia, a su experticia, a sus caprichos, a su hipocresía, a sus alergias. Es un ser humano”, completa.

“Pienso en Lydia como la persona correcta en la era incorrecta. En algún punto, su tema es el tiempo -le dijo Blanchett a Entertainment Weekly-. Vivimos en un presente en el que el gran canon está siendo derribado. Y ¿qué sucede si te has pasado toda tu vida deseando estar en lo alto de esa grandeza, y naciste en una época en que todo eso se está viniendo abajo?”.

“Ella cree en el poder de ser la excepción”, sigue la actriz.

" Y anhela la oportunidad de volar. Pero también pienso que el talón de Aquiles y la naturaleza griega de su condición es que una vez que alcanzás la cima solo queda empezar a bajar. De ahí que en ella convivan un ánimo destructivo y una urgencia creativa muy potentes. Para mí eso le da vida a la película”, cierra.