Entre aciertos y desaciertos, la Barbie de Greta Gerwig cumple con su público, el que la sigue como una insignia del feminismo que llega a fin de mes. Gerwig entrega una comedia fantástica a la altura superficial de sus personajes (basados en la línea de juguetes de la empresa Mattel), primera película de acción real de la que en otro tiempo fue la muñeca más querida (y requerida) por las niñas del mundo.
Margot Robbie es la Barbie perfecta, su rostro fotogénico calza justo con la fidelidad que la directora (quien coescribe el guion con el director Noah Baumbach, su pareja) busca representar: cutis inmaculado y una anatomía exigente, que la convierten en esa suerte de princesa hegemónica que alguna vez soñaron ser las más pequeñas.
Y Ryan Gosling como el Ken principal está igual de eficaz en su rol: entrega números humorísticos que harán reír a la platea que adora a Gerwig y parece estar inspirado (acertadamente) en esos chicos concentrados en sus cuerpos tallados en gimnasios y portadores de un inconsciente machista, pero dotados de una graciosa ternura.
Sin embargo, en esa trama que se centra en Barbieland como la fantasía de los niños que juegan con las muñecas, y en la huida al mundo real por parte de Barbie para encontrar a su dueña (la niña que le incorporó la idea de la muerte, celulitis y pies planos), hay algo que hace ruido, y tiene que ver con lo que dice sobre el feminismo y el patriarcado.
La postura feminista de Barbie se ve como mecánica, como si la directora tuviera la obligación de decir algo que aliente el empoderamiento de las mujeres. Es decir, el discurso de fondo pierde eficacia por culpa de los códigos del género. La comedia y la puesta en escena (que están bien) trivializan la problemática.
La historia
Cuando Barbie y Ken van al mundo real, ambos descubren que lo dominan hombres (él se alegra y ella se entristece). Barbie empieza a pensar en cuestiones esenciales de la vida, empieza a sentir, a querer saber quién es, mientras se ven envueltos en una aventura (plagada de gags) que consiste en huir de las garras del CEO de Mattel, interpretado por Will Ferrell.
El otro problema es que la cuestión de la lucha por un mundo más feminista se da solamente en el ámbito de la fantasía, como si la directora no se diera cuenta de que, de este modo, convierte la causa en una fantasía cómica de muñecas para ricos. La decisión de puesta en escena es llamativa, aunque comprensible si entendemos que Gerwig quiere agilizar el mensaje por la vía del didactismo infantil o de la comedia lúdica.
En un momento, la niña Sasha (Ariana Greenblatt), hija de Gloria (America Ferrera), quien fue dueña de la muñeca, le espeta a Barbie que es una fascista, y que por su culpa hay muchas niñas acomplejadas e inseguras de sí mismas. Por ahí tendría que haber ido la película. Pero Gerwig jamás se animaría a insultar a las de su propia clase. Y no solo no se anima a patear el tablero de su clase, sino que refuerza su conservadurismo cheto con una película que cree que lo que hace humana a una mujer es poder ir sin vergüenza a la ginecóloga.
Lo bueno es que, a pesar de ser una película hecha para chicas más preocupadas por el outfit que por hacer la revolución feminista, Barbie ridiculiza al patriarcado con un didactismo que sirve para derribar ciertos estereotipos que dañaron históricamente a las mujeres.
Para ver “Barbie”
Barbie, Estados Unidos/Reino Unido, 2023. Comedia, Aventuras, Fantasía. Dirección: Greta Gerwig. Guion: Noah Baumbach y Greta Gerwig. Elenco: Margot Robbie, Ryan Gosling, Kate McKinnon, Simu Liu, Michael Cera, America Ferrera, Ariana Greenblatt, Rhea Perlman, Will Ferrell, WIll Merrick, Issa Rae, Kingsley Ben-Adir y Dua Lipa. Fotografía: Rodrigo Prieto. Música: Mark Ronson y Andrew Wyatt. Duración: 114 minutos. Apta para todo público (con leyenda). Complejidad: nula. Sexo: nulo. Violencia: nula. En cines.
