Cada vez hay que aceptarle más licencias al cine. Esa sensación es la que persiste una vez que termina Loving Pablo (traducida acá como Pablo Escobar: la traición), la ¿última? producción audiovisual que abreva en las aguas turbias de la vida de Pablo Escobar Gaviria, sin dudas el narcotraficante que más impacto ha tenido en la cultura popular de los últimos años.
Escobar probó ser un elemento "rentable" para condimentar desde series televisivas, documentales, biografías noveladas y hasta el chato ejercicio que es Loving Pablo, apuesta dirigida por Fernando León de Aranoa, quien seguramente pasará a la posteridad como el responsable de haber puesto en pantalla a dos actores españoles hablando en inglés para imitar la tonada colombiana: toda una torre de Babel en formato cine.
Pero supongamos que –con mucha voluntad– superamos ese trago idiomático amargo, digno de un meme, y aceptamos ese pacto tácito que convierte al inglés en el idioma universal de Colombia. ¿Qué nos deja esta película?
Loving Pablo tiene aspiraciones evidentes: la primera, regodearse en el morbo de una biografía escrita por una periodista cercana al capo narco (Virginia Vallejo –interpretada por Penélope Cruz–, autora de Amando a Pablo, odiando a Escobar). La segunda, subrayar el espíritu violento del narcotráfico en la década de 1980. La tercera, dejar testimonio del apogeo y de la caída de un hombre cuya existencia modificó leyes, hábitos y corrientes de pensamiento en su zona de influencia.
Pero el problema es que la película falla en todas.

Sin respuesta
¿Qué aporta de verdad Fernando León de Aranoa sobre el mito de Pablo Escobar? Apenas un Javier Bardem que se parece mucho físicamente al hombre del polvo blanco.
Por lo demás, Loving Pablo es una película (larga) en la que el talento del realizador se diluye en pretenciosas escenas de acción de corte hollywoodense, que a su vez naufragan en un relato lento e insufrible. Y lo que es peor: la película no les da nada nuevo a quienes se han documentado sobre la vida de Escobar y buscan algo que sumar al mar de ofertas que resumen sus andanzas.
Pero aún si somos espectadores desinformados sobre el personaje y aceptamos el problemón idiomático en el que se enredan los protagonistas, la película también falla, porque lo único rescatable es que entre Bardem y Cruz (pareja en la vida real) se nota cierta química, cosa que evita el hundimiento definitivo del producto. Punto y aparte.
Virginia Vallejo y Pablo Escobar se conocieron en 1983; ella era una reconocida presentadora de televisión en Colombia, él era un nuevo rico que amasó su fortuna con drogas y violencia y quería meterse en política.
Y Loving Pablo debería ser la primera opción por descartar si se quiere conocer por qué Escobar fue amado y odiado en vida, y cómo se convirtió en el cadáver más famoso sobre el techo de un edificio en el siglo 20. La respuesta, claramente, no está en esta película.
