Con una variedad que casi no tiene superficie cultivada en todo Argentina, tres elaboradores artesanales de vino de Colonia Caroya lograron sorprender al crítico inglés Tim Atkin, una eminencia mundial cuyos reportes son esperados por un público numeroso. Atkin fue noticia por su reciente primera visita a nuestra provincia.
La ingeniera agrónoma Daniela Mansilla, el enólogo Gabriel Campana y el productor Danilo Fantini llevan una década elaborando en Córdoba una gama de vinos bajo la marca Patente X que se ha granjeado una merecida reputación entre sus pares.
Pero esta vez no usaron como caballito de batalla su blend gran reserva, ni tampoco su blend joven, sino que decidieron sorprender a Atkin con un vino blanco elaborado con una variedad de uva de la que casi no hay superficie en Argentina: la verduzzo friulano.
Se trata de una uva a la que se menciona por primera vez en 1409 en Cividale, que es parte de la Región del Friuli-Venezia-Giulia (norte de Italia), es decir, el mismo lugar del que arribaron los primeros inmigrantes a suelo caroyense allá por 1878.
Y aunque, seguramente, esa variedad de uva fue ingresada en alguno de los tantos viajes que fueron haciendo los inmigrantes, no se supo específicamente de su existencia y de su nombre científico hasta que comenzó la reconversión vitivinícola, a mediados de 1990.
Para elaborar este vino, que lleva por nombre Naranjo de Verduç, la cosecha se efectuó a mano, la fermentación se hizo con los granos enteros y levaduras nativas durante 54 días, y se estacionaron en ánforas elaboradas en Córdoba con tierra cordobesa, con una crianza tranquila, biológica, y natural.
¿El resultado? Atkin lo puntuó con 90 de 100 y lo llamó “El viejito raro”. En su reporte, el crítico inglés detalló: “Es un blanco serio, casi tánico, con buena estructura, sabores inusuales de membrillo, apio y pimienta blanca y un trasfondo salado y umami”.
“Somos tres amigos, trabajando en una bodega del barrio de Tronco Pozo en Colonia Caroya. Hacemos vinos naturales con expresión del terroir, en pequeñas cantidades y partidas únicas”, se autodescribieron los elaboradores al compartir la noticia en sus redes sociales.
Distinguirse con ingenio
La principal curiosidad es que este Naranjo de Verduç todavía no está a la venta, aunque ya se sabe que su presentación será en botellas pequeñas, de 500 cc, y con la gráfica diseñada por la artista local Elizabeth Ninina Roggio.
El otro dato es que se trata de una partida limitada que apenas alcanza los 250 litros y que tendrá un precio orientativo al público de alrededor de 5.000 pesos.
Mansilla, una de las hacedoras de este logró, resumió la alegría: “Nos sorprende por varias razones el puntaje. Primero, porque somos una bodega artesanal; segundo, por las cantidades que elaboramos; y tercero, por las formas de vinificación que venimos utilizando”.
“Nos presentamos –añadió la agrónoma– porque era un hecho histórico y queríamos estar presentes. No teníamos muchas expectativas, pero nos fue muy bien. Estamos contentos con la devolución de él (de Atkin), de lo que percibió del vino, y de una serie de comentarios que tuvimos que nos parecieron que estuvieron muy buenos”.
El Naranjo de Verduç fue la primera de las iniciativas de una nueva línea de vinos que se llamará Tronco Pozo con la que están decididos a seguir trabajando con viñedos antiguos y con variedades que no han sido usadas antes como varietales puros.
En tal sentido, lo próximo a degustar será otro “experimento” con un Pinot Noir, mientras van pensando en otras variedades y mientras dialogan con los propietarios de esos viñedos para garantizarse la provisión.
