La pizza de estilo napolitano es, desde hace un par de años, la pizza de moda en todo el país, la pizza a la que los foodies le prestan toda su atención, por la novedad que significa y por la calidad de los productos que generalmente se ofrecen.

Las características son bien específicas y se diferencian bastante de lo que estábamos acostumbrados en Córdoba. Primero, a la pizza de molde; y luego, entrada la década de 1990, a la piedra tradicional.

Bruzz Pizza & Beer se instala en este contexto como una nueva alternativa en la calle principal del barrio El Talar de Mendiolaza. Es un lugar amplio, con espacio interior y exterior con juegos para niños, lo cual resuelve varios temas a la vez: probar algo bueno y entretener inquietudes.

La carta es breve y la elección se resuelve rápido. Vamos a probar diversas versiones y se puede acompañar con cervezas artesanales y algunos cócteles. Llama la atención la falta de Aperol Spritz en carta, por ejemplo, un maridaje perfecto para este tipo de experiencias.

Hay Aperol en otra combinación (muy dulce), por lo cual ordenamos otro clásico: Campari Soda ($ 3 mil), pero por un error en ese inicial ida y vuelta nos traen a la mesa un Aperol soda. El servicio de mesa es amable, pero por momentos falto de atención.

También rondaba en el aire la sensación de cierta falta de conocimiento sobre el tipo de producto que se ofrece, tanto para comer como para beber. Entrenar al equipo de trabajo en cuestiones de cultura gastronómica también ofrece un plus a la experiencia que se propone.

Las pizzas

Vamos a probar tres. Primero, ella, la reina de las pizzas, la Margherita ($ 6.100). Son pizzas individuales, de cuatro porciones. La combinación clásica nunca está de más: masa, salsa de tomates, queso y albahaca fresca. Es la pizza perfecta.

De ahí en más, en este universo empiezan a hilar los detalles, por ejemplo, la textura de la masa, el alveolado del corniccione (el borde ancho) y hasta el piso de la pizza.

En cuestiones de textura, todo se define por diversos factores, como el leudado en frío, el choque térmico con el horno, la calidad de la harina que se utiliza y hasta la cantidad de agua que tiene el bollo. En este caso, en las tres pizzas que probamos hay margen para seguir experimentando.

Berenjenas

La segunda pizza que probamos fue la Melanza Zucchini ($ 6.100), que se anunciaba con los vegetales grillados (berenjena y zucchini) y el pesto de la casa. Aquí habría que revisar el milimetraje ideal para que las verduras cedan ante la mordida y, además, qué protagonismo le queremos dar al pesto.

Es una muy buena idea ofrecer una salsa para acompañar las pizzas, pero no hay que ser tímidos para presentarlo en escena. Tenemos que estar seguros de lo que estamos ofreciendo y hacerlo sentir importante en la mesa.

Por último, salió una que se anunciaba como de Prosciutto ($ 6.100), pero en realidad era prosciutto cotto, un pequeño desajuste en la redacción de la carta que disocia el antojo del bocado.

Baño y postre

El baño, realmente impecable en esta visita; y de postre probamos el Tiramisú ($ 2.900). Aparentemente, estaba recién elaborado porque los sabores no estaban bien definidos. No así el de la salsa de chocolate que acompañaba. Mejor sería prescindir de ella en busca de un sabor más natural.

En fin, una buena apertura para Mendiolaza que, como todos en esta vida, tenemos margen para capacitarnos y seguir aprendiendo sobre todo lo que hacemos y nos gusta compartir con los demás.