En los últimos años, el noroeste argentino y especialmente la zona de la Quebrada de Humahuaca se volvió uno de los sitios elegidos por los turistas, que llegan buscando sus imponentes paisajes y su riqueza cultural. Y van todos: desde los mochileros que se calzan los pantalones rayados para sentirse parte, hasta los que se suben a sus 4x4 y sólo bajan en lujosos hoteles y restaurantes. Con la declaración de la Unesco de este territorio como Patrimonio de la Humanidad en 2003, el aluvión se hizo más notorio, ya no sólo para pasar unos días en la tierra de los siete colores, sino también para comenzar a comprar terrenos y poner en marcha numerosos emprendimientos comerciales.
Esta fue una de las razones por las que Julio “Bicho” Díaz, folklorista afincado en Córdoba durante 17 años, decidió volver a su tierra natal para aceptar una propuesta y hacerse cargo de la Secretaría de Cultura de Humahuaca.
“Hace rato que yo venía preocupado por la preservación del arte, la arquitectura, el medio ambiente, mucho antes de que la zona sea nombrada como patrimonio, algo que generó algunos aspectos negativos para los lugareños, como los conflictos con las tierras”, explica el “Bicho” sobre el porqué de su partida y su nueva ocupación.
–¿Cómo fue trabajar esta "invasión" tan particular desde la política cultural en una región con una identidad tan fuerte?
–Al principio fue duro, llegaba a mi casa a la noche y quería largar todo al otro día, chocaba con muchas trabas, sobre todo con los vicios de la política más tradicional y cuestiones presupuestarias. Además, ese cruce generó situaciones de las más diversas. Hay personas que llegan con buenas intenciones, pero ahora también parece que está de moda ser "originario", por eso hay que estar atentos y hacer un trabajo muy serio, tanto con las comunidades como con los que llegan de afuera, para evitar las situaciones extremas.
Seguir con la música
Después de dos años al frente de la Secretaría, Díaz decidió cambiar de ámbito y aceptó integrar una lista como concejal: “Con los meses fui encontrando los vericuetos, las grietas, para ir avanzando a mi manera, aunque allí también caí en la cuenta que para poder dar pasos más grandes es importantes legislar sobre lo que hablábamos antes”, reflexiona. “Además, este puesto me brinda un poco más de aire para seguir con la música, que es mi gran pasión. Desde que asumí en diciembre ya puse la cabeza en volver a componer, a salir a tocar, algo que casi había dejado de lado en el último tiempo".
–¿Extrañás tu faceta de músico, entonces?
–Sí, extraño Córdoba además, que también es mi pago, donde están mis afectos, mis amigos, mi proyecto musical. Aunque me pude readaptar a la vida de aquí, costó mucho. Los códigos son bien distintos, desde algo tan simple como el trato entre los hombres, que por ejemplo allá se besan, se abrazan. Aquí es distinto. Este año tengo muchas ganas de reactivar
“Bicho” Díaz tiene una trayectoria de treinta y pico de años en el ambiente folklórico, recorriendo escenarios de todo el mundo con distintas formaciones, pero sin dudas la que quedó en la retina y los oídos de todos fue la Eléctrica Folklórica, formada precisamente en Córdoba a principios de la década de 1990 y que con el tiempo se convertiría en una gran usina de prestigiosos músicos. Ahora el Bicho quiere armar una juntada.
–¿Cómo surgió semejante proyecto y por qué no pudo volar más alto?
–Yo comencé a hacer música de muy chico, a los ocho ya componía y a los 12 tenía mi primer grupo. Mamé una parte muy tradicional del folklore y luego fui incorporando distintos elementos de otros géneros gracias a los viajes, mi vida en Buenos Aires y mi búsqueda natural. Yo hice lo que por ese entonces se llamaba música for export, podría seguir con eso y vender discos, tocar en todos lados, pero no. En un momento de mi vida volví a Humahuaca para trabajar de maestro rural y hacer un trabajo de investigación sobre los instrumentos, las coplas. Allí me di cuenta en qué costado me iba a parar. Fui a Córdoba para armar un conservatorio con Ica Novo y la idea de fusionar la música andina. Con La Eléctrica, sin dudas nos faltó difusión y apoyo. Nos decían "salgan a mostrarlo", porque era un proyecto más osado, un poco adelantado para la época, pero en ese momento era más complicado. Ahora los discos que editamos casi no se consiguen, los estudiantes de música que tienen copias se fascinan con esa experimentación.
Perfil tranquilo
–¿Creés que deberías tener más reconocimiento a nivel masivo, más allá de los estudiantes de música?
–Desde que tomé ciertas decisiones y elecciones de vida, siempre supe que iba a tener que lidiar con eso. No lo acepto pero lo entiendo, tiene que ver con el camino que elegí para estar en la música, aunque no soy el único ni mucho menos. Por mucho tiempo nuestro folklore ha estado muy estático, bajo un discurso de que, para ser folklórico, no había que salirse de ciertos estándares. Por eso por ejemplo Brasil nos sacó una gran diferencia. Y ahora en estos últimos años en los que se habla de la renovación, que en realidad es algo que tal vez generamos muchos de los que la venimos peleando hace tiempo, el reconocimiento y sobre todo el dinero (risas) se lo llevan otros para que se beneficien unos pocos. Seguramente pagamos por portación de rostro y por pensar distinto en una época en que no estaba bien visto.
Un emblema de la fusión
"La formación emblemática de la Eléctrica Folklórica fue con Titi Rivarola (guitarra), Pichi Pereyra (percusión), Diego Bravo (bajo), Claudio Pacheco, Alejandra Carnero (coros) y al poco tiempo ingresó Cecilia Fandiño (teclados)", recuerda el Bicho. Tiempo después, Pereyra, Bravo y Fandiño formaron La Banda Inestable, grupo que marcó una huella en la música popular cordobesa; Rivarola alumbró Tórax, su proyecto de rock fusión, y se convirtió en un importante productor al igual que Pacheco. Carnero se convirtió en la mujer del Bicho y continúo con la banda, en la que también se destacaron, por ejemplo, Vivi Pozzebón, Gabriel Pedernera, Enrico Barbizi y Gabriel Aguirre, entre otros.
Una anécdota que pinta bien la ruptura que generó la formación en los mismos músicos: “En la primera reunión –narra el Bicho–, el Titi Rivarola me agradeció por convocarlo y me prometió que en una semana le iban a prestar una guitarra criolla, a lo que yo le contesté: hermano, yo te convoqué para que toques con la eléctrica y más fuerte que antes”. Con respecto a una nueva juntada, el Bicho tira su deseo para este 2010: “Ojalá que se pueda concretar este año, es cuestión de acomodar los proyectos personales, las ganas siempre están”.
