El gran acontecimiento del día (y del festival) fue el estreno del último filme de Jean Luc Godard, el casi octogenario cineasta suizo, el más lúcido de todos y quien más a fondo ha pensado el cine como arte paradigmático del siglo 20. Su nueva película, Film socialisme es una intrincada (y paradójicamente accesible) obra maestra que viene a cuestionar el estatuto de la imagen en el siglo 21 y la asociación secreta de las imágenes con un sistema socioeconómico global, el capitalismo. El socialismo del título es lo que falta, lo ausente, la promesa no cumplida. Una dimensión de la vida humana que pudo haber sido.
Film socialisme es inclasificable: divido en tres secciones, los momentos más poderosos transcurren en la primera parte. Godard retrata la ridícula y obscena cotidianidad de un transatlántico. La belleza del mar y el cielo contrastan con la fealdad de las discotecas, las piletas, los casinos. El barco es una metáfora de nuestro mundo: una máquina a la deriva en donde el consumo consume todo rastro de vida auténtica.
Posteriormente, en la misma sala Debussy, en donde se ven las películas de "Una cierta mirada", sin asientos vacíos, al igual que con Godard, Carancho, de Pablo Trapero, tuvo su debut. A la noche será la función de gala, y Trapero y compañía estarán presentes. Lo cierto es que la recepción del filme fue magnífica. Cualquier observador atento puede darse cuenta de que ni la historia de amor, ni las convenciones del policial son lo que realmente importa en el filme: es una crítica precisa (y universal) sobre la decadencia de las instituciones y una clase magistral de cómo asimilar los espacios urbanos en términos cinematográficos. Las posibilidades de que Carancho se lleve alguna mención no resultan nada improbables.
Mientras tanto, la insignificancia de la competencia oficial sigue sumando títulos. A pesar de que los medios oficiales (Variety, Hollywood reporter y Screen international) le han dado buenas calificaciones al último opus de Mike Leigh (La felicidad trae suerte), Another day es probablemente la película más floja del director británico en años: el retrato de la cotidianidad de un matrimonio feliz, su hijo mayor y un par de amigos alcohólicos, a lo largo del paso de las cuatro estaciones de un año, es una inesperada celebración de conformismo, como si la única esperanza posible estuviese cifrada en el refugio de los sentimientos más primarios, justificado por varios parlamentos de una medianía light.
Es raro que en un filme de Leigh el contexto histórico y social esté ausente. Es lo que sucede con este filme, que puede llegar a tener defensores en el jurado que este año preside Tim Burton.
La otra película con posibilidades es Un hombre que grita, de Mahamat Saleh Haroun, el único realizador de República del Chad, que toma el título de una declaración del poeta y político Aimee Césaire: "Un hombre que grita no es un oso que danza". Este drama familiar y político gira en torno al desmembramiento familiar vinculado estrictamente con el desorden político social.
Un diamante
Unas 1.068 personas estarán presentes en la función de hoy a las 16.30 en el Teatro Debussy. Los nombres de Santiago Loza e Iván Fund están en un pie de igualdad en la gigantografía que cuelga sobre la alfombra roja, junto con los de Godard, Frears, Leigh, Kitano, etcétera.
Los labios es un diamante. Si quienes deciden los premios la descubren a tiempo, estaremos ante un acontecimiento histórico para el cine cordobés. La cineasta Claire Denis, presidente del jurado, reconocerá seguramente en Los labios una sensibilidad en sintonía con su cine. Puede haber sorpresas.
La consagración de Trapero
"Carancho" se presentó en el festival de Cannes y tuvo una magnífica recepción. Nadie descarta una mención.
17 de mayo de 2010,
