Mírenlos, son Pulp

Una brisa marítima in crescendo y una temperatura unos grados más baja que la de los días anteriores daban la bienvenida a la tercera jornada del Primavera Sound en Barcelona, uno de los festivales más destacados y renombrados del planeta en cuanto a nuevas tendencias musicales y figuras del mundillo musical global respecta. El regreso de la banda británica Pulp, previsto para la 1.45, se antojaba como la (oscura) frutilla del postre prometida, entre tantos otros artistas y repertorios, con las dificultades (físicas y horarias) propias de estos eventos.

La cita del viernes, junto a la del jueves y la del sábado, contemplaba la grilla gruesa del PS, a lo que hay que sumar otros ecos geográficamente situados como el de la Plaza Mayor del Poble Espanyol, un espacio cuadrangular en medio de los mercaditos y callejuelas típicas de la ciudad catalana, donde el festival abrió el miércoles (con Caribou y Echo & The Bunnymen, entre otros) y cierra este domingo, con Mercury Rev recreando su inefable Deserter's songs.

El inicio del festival no fue fácil, con un supuestamente novedoso sistema de venta de bebidas que nunca funcionó del todo y que dejó a mucha gente confundida y sedienta el jueves, en el contexto de una edición donde la organización prometía un rediseño para la comodidad general. Y es que el Primavera Sound tiene su raíz catalana pero no puede negar su rasgo "internacional", aunque también podría caber "anglosajón", ante público y vendedores y carteles que exhiben el idioma de Shakespeare por sobre el de cualquier otro, y donde el peso turístico de la asistencia es innegable, con marejadas de personas que hacia las 9 de la noche asustan un poco desde lejos, pero, a la larga, se resiste, y se entiende, y se acepta.

Y la verdad que el PS tiene material de sobra para todos los paladares: en los siete escenarios del moderno, portuario y futurista Parc del Fòrum conviven consagrados como Grinderman (el proyecto paralelo pero no por eso secundario de Nick Cave, con un show diabólico y machacoso, el jueves), PJ Harvey, Interpol y The Flaming Lips; leyendas y mitos ancestrales como Suicide, PIL (John Lydon, monumental), Dean Wareham y John Cale; y estrellas nacientes y en boca de todos como Animal Collective, Fleet Foxes, Ariel Pink's (geniales) y James Blake.

Pero vayamos al grano: el viernes, después de un digno y emotivo concierto de los escoceses Belle and Sebastian (que tocaron bien bajito, como para hacerse valer frente a una muchedumbre que a veces hablaba y conversaba demasiado), el escenario principal San Miguel (en referencia a la cerveza y principal patrocinadora del evento) se preparaba para los nueve años después de Pulp, quienes ya habían tocado en el PS en 2002, antes de su retirada.

Un gran telón transparente dejaba entrever consignas en varios idiomas que arengaban a la impresionante multitud, como "¿Están preparados?", y los presentes, que contestaban sí, por supuesto. El suspenso se erigió así como la estrategia perfecta para dejar pasar los minutos, hasta que a la hora puntual apareció el sexteto liderado por un barbudo y trajeado Jarvis Cocker, quien demostró a lo largo del show no haber perdido un ápice de su crucial carisma, a medias entre el ingenio de James Bond y el sex appeal de un lascivo Casanova.

Repertorio envidiable
Los de Sheffield abrieron con Do you remember the first time? y siguieron con un repertorio que cualquier banda daría la vida por tener, respetando a rajatabla la misma lista de temas de su primer reaparición en vivo, hace unos días en Toulouse.

Más allá de algunos guiños a oyentes iniciados, que seguro disfrutaron de I spy o Pink glove, el show se enfocó en sólidos hits noventosos como Disco 2000 y Common people, coreados a pleno por una asistencia enfebrecida que no podía creer que estaba viendo a Pulp en vivo y no en un común DVD hogareño.

Cocker se mantuvo charlatán como siempre, introduciendo cada canción con un bocadillo sagaz, aunque de lo del regreso no dijo mucho, y se limitó a repetir varias veces, un tanto irónicamente, "somos Pulp". Además, ofició de casamentero sorpresa ante una joven boquiabierta, quien dio el sí frente a su novio e infinitos y extasiados testigos, y se refirió al violento episodio de los expulsados en la Plaza Cataluña, dedicándoles Common people a los "detenidos por la policía por no haber hecho nada". Si bien se extrañaron más temas de This is hardcore, el cierre con Razmatazz convenció a todos: y sí, mírenlos, son Pulp.