Hace unos días, la vía pública de Buenos Aires estuvo empapelada por un afiche desconcertante. Puntualmente, el diseño de letras rojas sobre fondo negro expresaba “patria o muerte”, con el complemento de “17 de noviembre”, que es el día del militante peronista.
En el agitado panorama político nacional, esa sentencia puede hacer las veces de nafta súper (¡de YPF!) ante un chispazo, pero resulta que no se trata de una incitación a la lucha armada sino de la promoción de Operación México. Un pacto de amor, opera prima de Leonardo Bechini sobre libro de Rafael Bielsa.
En rigor, el filme se enfoca en el matrimonio de Edgar Tulio “Tucho” Valenzuela, un alto miembro de Montoneros, y María Negro (Ximena Fassi), secuestrado por el Ejército Argentino y trasladado a una quinta en Rosario. Allí manda Leopoldo Fortunato Galtieri (Héctor Calori), quien le ordena a “Tucho” participar activamente de un plan para capturar a los cabecillas de su organización exiliados en México, con amenaza de matar a María y a los mellizos que lleva en su vientre. Muy heavy, claro.
Más allá de cómo afectaron al entorno sociopolítico (hay quienes pensaron que se trataba de un llamado a movilizarse), los afiches funcionaron como truco de marketing y la expectativa en torno al filme no paró de crecer. ¿El autor intelectual de la movida? Trascendió que fue Enrique “Pepe” Albistur, exsecretario de Medios del kirchnerismo.
Si se considera irresponsable el uso con fines publicitarios de la disyuntiva “patria o muerte”, no es algo que afecte a los iconoclastas que la relacionan más con un disco de rock que con una coyuntura política en particular.
Patria o muerte fue el segundo disco de Don Cornelio y La Zona, un afiebrado vómito afterpunk donde el único tema "testimonial" es Soy el visitante. Tiene, el tema, una impronta antiimperialista de movida, cuando el cantante Palo Pandolfo, desgañitándose, le cuestiona a un alguien "¿Qué venís a hacer aquí? ¿Qué venís a llevarte de mí?".
El resto responde a una revolución poética expuesta en gran angular o, si se prefiere, enrarecida con lente de pescado. "Pusimos ese título para burlarnos de la izquierda y de la derecha. Montoneros, patria o muerte; Tacuara, patria o muerte. Se estaban matando y ambos usaban la misma consigna. El disco es una burla atroz en clave punk, un intento de acercamiento nacional y popular a God save the queen", le fundamentó Pandolfo a VOS hace un par de años sobre un disco que difícilmente sea afectado por la fiebre de reediciones en vinilo.
Un disco que no busca ninguna reparación histórica y que, para inmensa minoría, opera como un estándar moral antiviolencia.