Osvaldo Laport comienza esta entrevista elogiando Córdoba por diversas razones, y la nombra como su “segunda casa”. Es que en el último tiempo el actor ha trabajado en varios proyectos que lo trajeron hasta acá.
Su memorable actuación en el filme Bandido fue uno de ellos. También su reciente participación en Insomne, una docuficción que se verá por Encuentro en la que hace de él mismo y que lo trajo a recorrer el Gran Hotel Viena, de Miramar.
“Mi personaje, que soy yo mismo, padece de insomnio, hace psicoanálisis y le tocó un chanta que entre las metodologías que le recomienda está la de probar suerte y viajar por el país para tratar de descansar o de dormir en lugares incómodos”, arranca contando. Y agrega: “Gracias a eso, visité hoteles emblemáticos, con historia y que son partes del patrimonio de Argentina”.
Asegura que lo más grato de su trabajo fue conocer más sobre la historia del país y rescata el trabajo de la productora Tres mares y su pilar fundamental, Eugenia Ferrer, a quien pide nombrar en esta nota para rescatar su labor.
Laport en el presente
El actor llegará la semana próxima a la Ciudad de las Artes para presentar, junto con Víctor Laplace, Roly Serrano y Pablo Alarcón, la obra teatral Rotos de amor, escrita por el fallecido Rafael Bruza.
Osvaldo dice que no ha encontrado en el último tiempo ninguna obra, programa o película que le haga sentir que Rotos de amor ya ha cumplido su ciclo, y “a eso el público lo nota”.
“El secreto de la obra fue el boca a boca. Yo defiendo mucho este espectáculo más allá de la fuente de trabajo. Lo defiendo porque es un privilegio transitar textos exquisitos, inteligentes, reflexivos”, dice.
En palabras de Laport, “Rotos de amor relata la historia de cuatro amigos entrañables que padecen la misma patología, que es el corazón roto”.
Si bien es una comedia, el actor cuenta que lo que hace reír no son ellos, sino las situaciones absurdas por las que han pasado estos personajes en sus relaciones amorosas. El secreto es hablar de algo tan universal como el amor: “Son situaciones reales, genuinas que nos identifican a todos. ¡Quién no ha padecido por un amor!”.
Consultado sobre el valor que tiene ver a hombres hablando sobre sentimientos en estos contextos en los que el machismo ve tambalear sus bases, Laport dice que el cambio es impostergable.
“Por suerte, estamos bregando todos por este cambio”, dice. Y completa la idea: “Es un puñado menor la gente que está en contra o no ha reaccionado. Son los menos lo que no bregan por una sociedad inclusiva”.
Entonces, sobre la necesidad de que el varón adulto también hable de sentimientos, dice: “El público agradece ver a cuatro hombres sufrir, padecer y llorar honestamente por amor”.
Y cuenta que eso se nota cuando la obra termina y hay otros hombres emocionados, con lágrimas en los ojos que aplauden de pie.
La televisión actual
Se hace imposible no hablar con Osvaldo sobre el flaco presente televisivo, un ámbito en el que se movió como pez en el agua durante varias décadas, con grandes éxitos como Campeones de la vida o Soy gitano.
Al responder, se nota que tiene muy masticado el tema. “A la tevé la veo huérfana en cuanto a fuentes de laburo. Está pasando una de las crisis más grandes que haya padecido la televisión, pero creo que es cíclico. Ya va a volver la posibilidad de que las nuevas generaciones, y tal vez nosotros, volvamos a ser convocados y que una productora pueda tener más de un producto, pero hoy lamentablemente no existe”.
Asegura que los castings hoy son situaciones muy antipáticas porque se hacen de manera virtual y nadie les da devoluciones a los actores. Y remata: “Mi preocupación no soy yo, son las nuevas generaciones que lamentablemente no tienen puertas donde golpear”.
Acerca de las plataformas y las posibilidades que ofrecen las redes sociales, dice que las primeras vienen a subirle la vara a la televisión abierta, y que las segundas no sirven para dejar huella en el arte.
“Yo le digo a cada uno de los jóvenes con los que comparto mis experiencias y a mi hija: ‘¡Estudien, estudien, estudien!’. Si son convocados por las redes, bienvenido sea, pero después pueden desaparecer”, cierra.
Y hablando de redes, es ineludible preguntarle por el meme que se hizo viral con una escena de él en la novela Amor en custodia. Laport lanza una risa y dice que se lo toma como lo que es, un producto de las nuevas generaciones.
“Aprendí que gracias a ese meme muchísimos emprendedores con las minipymes venden sus artículos con mi imagen y eso me da mucha alegría”.
La guerra de Ucrania y los refugiados
Poco se conoce del costado más comprometido del actor, quien hace casi 20 años lleva trabajando con Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) como embajador de buena voluntad.
Esa tarea lo ha llevado a viajar por el mundo para conocer realidades durísimas. Entonces aprovecha la oportunidad para difundir el mensaje de la organización que hace tres años ha logrado tener en Argentina una cuenta propia en la que las personas pueden colaborar no solo con los refugiados que llegan al país, sino también con los que están distantes.
“Creamos una campaña que se llama ‘los ponchos azules’. Los ponchos son un símbolo nuestro, que cobija, contiene, abriga”, dice.
Explica que todos los 20 de junio se conmemora el Día Mundial de los Refugiados y la Acnur informa la cifra actualizada de personas que huyen para salvar sus vidas por la guerra, la persecución política, religiosa, racial, por pensar o sentir diferente, o por la violencia generalizada.
“Este 20 de junio se supo que ya son más de 100 millones –y repite para remarcarlo–; 100 millones las personas en el mundo que huyen. Son como dos Argentinas en cantidad”.
Y cierra: “Lo de Ucrania es la crisis humanitaria actual, pero no podemos olvidar la guerra de Siria, que lleva 11 años, Yemen, Etiopía, Afganistán... Es innumerable la cantidad de situaciones crueles que se padecen en el mundo. Por eso estamos invitando a todos y a todas a que entren a fundacionacnur.org y firmen por la paz, aquel que quiera colaborar, bienvenido sea”.
Para ver
Rotos de amor, sábado 9 de julio (a las 21) y domingo 10 de julio (a las 20) en la Ciudad de las Artes (Pablo Riccheri 1955). Entradas: desde $ 2.800 en Autoentrada.
