De Neuquén llegó una joya a la Fiesta, uno de los momentos más altos de la programación. Dos actrices, un texto bello y un director en constante búsqueda emocionaron al público con la historia de una relación que nace de un cruce epistolar. En la obra Quiero decir te amo, una joven se comunica con un hombre que ha visto en la calle. Se dice enamorada de él y por eso escribe una carta. La otra, la esposa del hombre, intercepta la correspondencia y a partir de ese momento decide entrar en la relación amorosa.
La obra atrapa desde el comienzo, con Clara Miglioni cantando Yo no sé qué me han hecho tus ojos. El espacio íntimo estalla en un conflicto de género, en el que la esposa desencantada, Jorgelina Balsa en el rol, desea ser amada tanto como la muchacha que imagina el amor. El director Juan Parodi potencia el texto de Mariano Tenconi Blanco, así como la ductilidad de las actrices que integran el Grupo Humo Negro de San Martín de Los Andes.
En tanto, el arte de la adaptación volvió a poner a Edgardo Dib en el lugar de gran director. Después de deslumbrar como actor en Nenúfares, Dib presentó Las hijas de Bernarda, un trabajo realizado con elenco chaqueño. Así como Parodi se comprometió con un proyecto nacido en Neuquén, Dib aceptó la invitación de los chaqueños, con quienes había realizado un taller de investigación teatral, y le dio una vuelta de tuerca a la tragedia de Federico García Lorca, desplazando el eje, de Bernarda, a sus hijas.
La puesta, con un complejo planteo escenográfico y de luces, puso al actor Javier Luquez Toledo en el rol de madre castradora. Dib logra una ceremonia teatral en la que la intensidad del clásico crece en dramatismo gracias a las actrices que abordan sus roles desde el lenguaje corográfico, visualmente contundente.
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires presentó Empleados, producción del Seminario de Entrenamiento Musical de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático de Caba (Emad). La vitalidad de los jóvenes está puesta al servicio de un conflicto que los atraviesa: trabajos infames para empleados que sueñan con ser otra cosa. Performática, con escenas breves, la obra del grupo que coordina José Mehrez expone, con buen ritmo y sentido del humor, las penurias de la rutina para sobrevivir en el mercado laboral de la gran ciudad.
La otra obra, Descenso, también creación de grupo, con actores experimentados, plantea un secuestro extorsivo. La violencia física y simbólica agobia al espectador por el planteo exacerbado que no dosifica gritos, golpes, insultos y locura durante toda la obra.
Jueves de homenajes
La Fiesta reserva una ceremonia siempre emotiva, un alto en el vértigo de la programación, para los homenajes. En el grupo que reciben hoy la distinción, está Rafael Reyeros. Jujeño de nacimiento y cordobés por adopción, Rafael ha sido el maestro de escenógrafos, un artista integral que desde que comenzó su carrera en los años 1960, en la época dorada de los festivales, anduvo por el mundo con las producciones del genial Carlos Giménez, hasta anclar en el Teatro Rivera Indarte, actual Teatro del Libertador.
Gran dibujante y boceteador, Rafael ha puesto su creatividad al servicio de obras inolvidables, como El Reñidero, en versión de Giménez, y junto a Cheté Cavagliatto, además de ser un referente por su aporte invalorable al teatro independiente de Córdoba.
Esta noche, además, otra vez el Teatro Independencia recibe a un grupo cordobés. Allí Zéppelin Teatro presenta Esdrújula, un hermoso homenaje al actor Jorge Bonino, planteado desde las posibilidades del teatro poético. Sobre texto de Marcelo Casarín, los actores Rodolfo Ossés y Santiago San Paulo, junto al músico Cruz Zorrilla, dialogan con la obra y la biografía de Bonino. Con esta obra el grupo de Jorge Villegas festejó el año pasado 20 años en escena.
Otra cordobesa que estará, tangencialmente, en la Fiesta es Sonia Daniel. El grupo La oveja negra de San Luis presenta este viernes su obra, Dícese de la persona cuyo cónyuge ha muerto.