Salvador ya está de pie, aunque con el teléfono en la mano, tratando de mandar rápido un mensajito: en dos segundos su padre lo convocará al escenario para que lo acompañe con el piano. Y cuando eso suceda, pasará entre las mesas moviendo su melena, y se pondrá a tocar con la misma naturalidad como si estuvieran solos en la casa de Buenos Aires. La música, entonces, fluirá caudalosa por su dedos que llevan el pulso como si cada uno tuviera un corazoncito en la yema.
"Tocar con él es como tocar con una parte de mi mismo; hay una sintonía armónica y rítmica especial,", decía antes Ica Novo, sentado en la mesa del fondo de La Maga (Baigorrí 925). La noche del viernes se sentía con esa mansedumbre de barrio que Alta Córdoba guarda entre la penumbra de las calles que están a punto de confluir en la plaza.
La espera frente al impreciso momento en que llega la medianoche en estos sitios de cantar, se resuelve serena pero, como siempre, a las puertas del misterio: por eso de vivir aferrado a la emoción y tratando de reconocer las entrelíneas de la realidad.
Y por eso de la fecundidad y de la pertenencia: Ica Novo vuelve a Córdoba como quien sigue su rastro propio fresco, y lo ve encendido aún bajo la luna de aquellos días blancos de los '80, apenas regresado de España, cuando abría la galera de la guitarra para soltar palomas como la Chacarera de Ischilín o Persiguiendo el viento (con letra de Pepe Novo), que persisten en el tarareo de bocas sedientas. Después vendrían, Músico del nuevo mundo, Serenatero de bombos y la que saltó las agujas de la multiplicación con autor sobresaliente de la música argentina: Del norte cordobés. Títulos que son mojones en un largo andar de búsqueda y creación, pero apenas un puñadito entre una montaña de inspiraciones sobre un abanico de ritmos criollos y algo más, aunque el corazón siga el latido original con el que Deán Funes le meció la cuna.
Siempre dirá que por ser bailarín fue que de pequeño su guitarra ni dormida pierde el compás. Así sucede que detiene una de esas chacareras suyas todas escritas para acomodar a los bailarines, o regala una zamba como las de antes con la coreografía cantada. Ya se sabe: "Caminando al compás / de a poquito empezás / ya después no sabrás / si estas bailando o echaste a volar", como dice La repiqueteada. Y si los pies y el alma quieren, también hay celebración en clave de cuarteto: Córdoba, la luz del centro todavía tiene tanto para ofrecerse como un espejo de la ciudad.
Salvador tiene 16 años y es un verdadero asombro de pianista que compone desde los seis años sin detenerse en fronteras de géneros. "Es un genio", le cuenta a todos su padre, y no es por puro sentimentalismo genético: volveremos a escuchar hablar de Salvador muchas veces.
Ica Novo disfruta de la mejor caricia que le dio la vida: un compañero venido de las propias entrañas. Vivir es un misterio, aunque tal vez las cosas sean como dice La repiqueteada: "Si buscas un amor / con amor lo encontrás / si querés dar amor y no sabes / con amor aprendés".
Iñaki, a pleno
Juan Iñaki tuvo una gran noche, tal vez parecida a la soñada, en el gran teatro de su ciudad. Ocurrió el martes pasado en el San Martín, donde presentó su último disco Orgánico, que es toda una bisagra en su andar de buen cantor popular, pues ahora la ventana también da a sus propias canciones.
Fueron dos horas de plenitud acompañado por Doña Jovita, la cada vez más deliciosa vieja de José Luis Serrano, y el colectivo de cantores Aruma.
