La música de Álex Anwandter es fina como la seda y aguerrida como un boxeador enceguecido. Basta enchufar los auriculares y darle play a su último disco, Latinoamericana, para comprender por qué el chileno es el gran ícono del pop sofisticado de esta parte del mundo.
Además, y como guion espiritual de su barroca estética nutrida de soul y disco, están su militancia queer, sus planteos políticamente explícitos y su señalamiento de la instituciones. Quizás su trabajo anterior, Amiga (2016), sea el mejor ejemplo de la ambiciosa construcción artística y discursiva de un cantautor atravesado por su tiempo, urgente de poder decir.
Latinoamericana retoma allí donde Amiga termina. Anwandter prefiere explicitar menos y sugerir más. Incluso parece escribir con otra sabiduría. "Antes de los españoles/ nadie te amenazaba con sus juicios/ Este tiempo no es virtuoso / no debemos confundirnos con sus vicios", relata, por ejemplo, en la canción que da nombre a su consagratorio tercer álbum solista.
Ese material será el que el chileno presentará en sus dos conciertos en Argentina este fin de semana. El desembarco inicial será el viernes, en el día 1 del Lollapalooza Argentina a las cuatro de la tarde. El sábado será el turno de Córdoba y el contexto, felizmente, será otro. Programado para las 20 en Studio Theater, Anwandter promete un show largo.
“Son experiencias súper distintas. Lo de Lollapalooza es más para que público que no me conoce me conozca. Entrego una especie de sampleo pequeño de lo que hago. Supongo que lo más representativo de mi trabajo. Y en condiciones más aguerridas, sin prueba de sonido ni nada parecido”, adelanta el cantante.
“Córdoba es lo opuesto: gente que va exclusivamente a verme, toco todo lo que quiero, todas las canciones que ellos quieren escuchar. Pero en todo caso las dos experiencias me gustan, aunque obviamente disfruto más lo más privado.
-Venís a Córdoba después de varios amagues y lo anunciaste con ganas en tu Instagram. ¿Qué expectativas tenés?
-Estoy muy emocionado. Ya son varios años e intentos fallidos (risas). La verdad ya tengo claro que hay bastante gente esperando esto y eso me a mí obviamente me provoca expectativa también. Se me hace muy entretenido ir a un lugar donde es como si ya tuviéramos una relación a distancia. Es como conocer en persona a alguien con el que uno se ha escrito cartas de amor, algo así.
Patria grande
Latinoamericana
es, ya desde su título, un trabajo que abre su corazón al continente todo. Al punto de que incluye dos canciones en portugués, como una especie de tributo a la música que escuchó de niño a través de su padre brasilero: Um Girassol da Cor de Seu Cabelo, compuesta por Milton Nascimento y Lo Borgues; y Olha María de Chico Buarque.
“Es la música he escuchado toda mi vida, sólo que muy poca gente sabe eso. Yo había caído en replicar esa especie de barrera implícita que supuestamente existe entre Brasil y el resto del continente”, explica Anwandter con una especie de arrepentimiento.
“Incluir esas canciones fue el gesto de decir ‘no, esa barrera no existe’. Ni siquiera existe en mí, en mi cuerpo. No solamente compartimos la misma cultura y gran parte de la historia, sino que todo eso puede convivir perfectamente en alguien como yo”, reflexiona. Aunque la conexión con el gigante sudamericano va más todavía más allá de esas referencias, o de la inclusión de elementos de percusión afrobrasilera propios de la samba.
“Los discos los pienso según mis preocupaciones más íntimas. Hice un disco casi como del surgimiento del fascismo latinoamericano. Hace un par de años que estaba escribiendo esas canciones. Ha sido una experiencia agridulce ver un poco validadas las ideas del disco, porque el clima ha empeorado”, comenta Anwandter, como el analista cultural que encarna en sus letras.
“Encuentro muy angustiante cómo se va naturalizando la violencia desde la autoridad. Es impresionante como la historia se repite y como nos cuesta mucho aprender del pasado. Vivimos las experiencias de dictaduras fascistas y nuestros países aún sufren las consecuencias de eso, en todo ámbito de la sociedad”, analiza.
Frente a ese escenario, entonces, surge la propuesta emotiva de este tercer disco: “La idea era cerrarse a las esferas íntimas de resistencia, y eso lo puede hacer cualquier persona, en la situación en la que esté. Es un repliegue para repensar las estrategias con las que vamos a combatir estos discursos de odio”.
-¿Sentís que cerrás una etapa o abrís otra nueva?
-Ninguna, la verdad. Siento que voy avanzando en zigzag, cada disco es como una especie de oposición del anterior. Trabajo mucho eso, pero al mismo tiempo todo sigue avanzando hacia adelante, sin repetirse. Ese es el camino que tracé para mí mismo.
