Este viernes, y hasta entrada la madrugada de este sábado, el festival GRL PWR volvió a realizarse en su formato a gran escala y tras cuatro de su última edición XL, que había sido en 2019.
A diferencia de aquella vez, en Quality Espacio, el evento se realizó en Plaza de la Música y significó el regreso formal del principal producto de la marca GRL PWR tras el impacto de la pandemia, que imposibilitó la realización del evento en 2020 y 2021.
Luego de un 2022 en el que el festival se multiplicó en shows de Marilina Bertoldi, Barbi Recanati, Fémina, Juana Molina, Perotá Chingó o Sara Hebe, entre otrxs, y tuvo una edición “otoño” en Club Paraguay, finalmente este 2023 marcó el regreso de uno de los encuentros musicales más disruptivos de los últimos años a nivel nacional.
Aunque el difícil contexto económico, la oferta de los shows y los precios de los tickets (lógicos para una grilla como la planteada) no ayudaron a que la convocatoria sea acorde a lo que se podría haber imaginado en la previa, el GRL PWR certificó su sello de calidad en una jornada en la que la diversidad y el color se advirtieron a cada instante. Entre el público y en los escenarios, los brillos se multiplicaron y la expresión en materia de imagen mostró innovaciones y manifestaciones de lo más variadas.
Con dos escenarios dispuestos (uno fuera del recinto principal, en las inmediaciones e Mercado Alberdi), el cronograma del festival contempló el arranque de la programación con números cordobeses como Nube de Magallanes y Eva Gou. Luego, con el principal ya en marcha de la mano de la DJ Maia Dros y Yami Safdie, comenzó el tramo más nutrido de la grilla, que incluyó a la banda marplatense Buenos Vampiros y a las uruguayas Niña Lobo en el escenario exterior y al dúo Perotá Chingó, que se adueñó del escenario principal.
Luego llegarían los dos shows más resonantes de esta parte inicial del festival. Primero fue el chileno Álex Anwandter, que presentó su disco El diablo en el cuerpo y algunos de sus clásicos junto a una banda que potenció su plan de pop bailable y sonido HD. Anwandter, además, tuvo a Juliana Gattas, de Miranda!, como invitada ilustre.
Más tarde, tras el live set de Vora que concluyó las actividades en la parte de afuera, Marilina Bertoldi confirmó una vez más por qué es la principal referente femenina del rock argentino.
Junto a un quinteto que destacó a su hermana Lula, de Eruca Sativa, en guitarra, la santafesina se paseó por las canciones de Mojigata inmersa en un personaje que mostró ser adictivo para su audiencia. Bertoldi parece embrujar a quienes se acercan a verla a fuerza de un sonido contundente pero preciso y con su personalidad imprevisible como bandera.
Así, además de sus propios hits, la cantante y guitarrista le dedicó un momento inolvidable a Shakira, a quien versionó con Inevitable. Sobre el cierre de su show, luego de arrasarlo todo, habló de la necesidad de votar “bien” y dejó un mensaje para quien quiera escucharlo: “Nos vemos la próxima, con más o menos derechos. Fíjense”.
Con el final del show de Bertoldi y el inicio de The Colorated (que apareció sobre el sector de palcos), se produjo el recambio de programa que extendió la jornada hasta la madrugada del sábado. Allí, la Fiesta Katana cobijó a una seguidilla de shows con el perreo y el baile como objetivo primordial.
Six Sex, La Zowi, desde España, y La Joaqui, que volvió a presentarse en vivo tras algunos meses fuera de los escenarios y cautivó con su anaranjada presencia escénica, le dieron forma definitiva al cierre del evento tras 12 horas de programación.
Aunque con sus dificultades, y en un contexto para nada auspicioso, el regreso del GRL PWR abonó la sensación de que la música argentina necesitaba un festival así, heterogéneo e inclusivo por derecho propio. Un nombre clave en la historia reciente de la cultura pop de esta parte del mundo que aún tiene mucho camino por recorrer.
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