La noche de este miércoles en el Festival Nacional de Doma y Folklore de Jesús María fue, hasta el momento, la de menor convocatoria en la 58ª edición del evento. Con casi 6 mil personas en el anfiteatro José Hernández, el clima estuvo lejos de esas noches que quedan en la memoria (como probablemente lo sea el viernes, con 20 mil entradas vendidas hasta el momento, según la organización).
Pero lo que sí quedará grabado en el recuerdo de algunos testigos de lujo es el concierto que protagonizó Raly Barrionuevo al promediar la jornada, en uno de los momentos musicales más excelsos que haya visto el festival en sus últimos años.
Después de su coterráneo Horacio Banegas (a quien saludó afectuosamente desde el micrófono) y de los siempre vigentes Los Cuatro de Córdoba, y antes de una seguidilla de shows pensados para la diversión del público presente, el santiagueño se presentó sólo junto a sus instrumentos y dio cátedra de sensibilidad y estado de gracia.
Con un repertorio que mezcló clásicos personales con un cancionero de vasto conocimiento público, Raly cautivó a propios y extraños, incluso a algunos que pasaron de la indiferencia a pedir más tiempo para escuchar su música.
Una noche especial
En el comienzo de la jornada, Loy Carrizo -la Revelación de 2023- y el payador Nicolás Membriani se subieron al escenario Martín Fierro para calentar los corazones de un público que llegó a cuentagotas, y que a las 22 apenas superaba los 4 mil ingresos.
Con la apertura oficial, llegó el momento del primer show televisado, que estuvo a cargo de otro santiagueño ilustre, Horacio Banegas. Es particular el caso del guitarrista y compositor, asociado definitivamente con su Mensaje de chacarera pero también con un sonido atravesado por la electricidad y el rock, con momentos que recuerdan al ska y al reggae (El quenero).
También es notable que el músico sea habitualmente programado en este espacio, al comienzo de las presentaciones centrales, y con menos de media hora de tiempo para tocar. Sería interesante ver a Banegas en un horario más tardío, para variar.
Luego del santiagueño, La Voz recibió una distinción por parte del festival por su venidero aniversario número 120. “Es el diario histórico de Córdoba, este reconocimiento es más que merecido”, expresó la animadora Magalí Gaido, también parte del equipo del diario, al presentar el homenaje.
“Las grandes historias son escritas por grandes equipos de trabajo. Un diario, también”, reza la placa que el presidente del festival, Juan López, les entregó a Sebastián Lazcano, gerente comercial y de Marketing, y a Sebastián Benítez, jefe de Institucional.
Una nueva tanda de tropillas entabladas –esta vez con niños y petizos como protagonistas- y la sexta jornada del Campeonato Nacional e Internacional de Jineteada dejaron paso a Los Cuatro de Córdoba, que conectaron rápidamente con el público de la mano de clásicos como Que nadie sepa mi sufrir, Zamba para olvidarte o la más reciente Mire qué lindo es mi país, paisano, una canción que dice mucho de lo que sucede en el festival a nivel social y cultural.
Cuando llegó el turno de Raly Barrionuevo, nada hacía presagiar el show que dio el músico nacido en Frías y radicado en las Sierras Chicas. Con diferentes instrumentos de cuerda, un piano y una loopera, el santiagueño generó la intimidad de una habitación en el escenario Martín Fierro, que quedó impregnado de una especie de magia.
Es que Raly inició su concierto con Zamba de abril y reforzó esa sintonía con su Zamba y acuarela y, ya en el piano, con Zamba de usted (un lujo). Al instante recordó lo especial que este festival era para su madre, y por ende para él. Quizás allí habría que buscar la razón detrás de la decisión de presentarse en el formato en el que lo hizo, que derivó luego en una especie de “grandes éxitos” para el paladar popular pero con intervenciones del propio Raly desde los efectos y el juego con procesos digitales.
Su chacarera La niña de los andamios, la zamba Luna cautiva, De mi madre, Chacarera del exilio y La telesita cerraron un concierto de una sensibilidad contagiosa y estimulante. “A solas y sin libreto”, definió la animadora Natalia Balverdi. “Gracias a la comisión que nos hicieron un lugar cortito, que lo respeto mucho también”, había dicho el santiagueño, que se sumó a la grilla luego de la suspensión del sábado.
Fiesta por tres
Tras la finalización de las actividades del campo, y el posterior ingreso del público de las tribunas, todo quedó servido para que Cantores del Monte abriera el fragmento más agitado de la noche. El trío conformado por El Indio Lucio Rojas, Lázaro Caballero y Christian Herrera hizo gala de sus chacareras del monte y sus chamamés tocados con cuatro cuerdas, cuatro guitarras, bandoneón y acordeón. Una orquesta folklórica liderada por tres voces que se complementan en registros y en intensidad. El público, feliz y con cada vez más sed.
La llegada de Los Palmae (término que refiere “una familia de palmeras”, según destacó la animadora) aportó cumbia al combo de ritmos. También trajo una suerte de polémica para quien quiera verla: teniendo en cuenta que Los Palmeras están programados para el viernes, ¿hacía falta sumar a la banda de los hijos de la histórica agrupación santafesina para replicar ese mismo repertorio?
Nadie se quejó al bailar Qué quiere la chola o La morocha, el éxito omnipresente de Luck Ra. Pero se plantea al menos una pregunta para la secretaría de Programación del festival.
Ya entrada la madrugada, y con una nueva demora respecto de los horarios anunciados originalmente, Dale Q’ Va potenció el clima de baile con su característica potencia –indiscutible al lado de otros números que pisaron el mismo escenario- y un repertorio que destacó hits propios como Libertad provisoria y versiones variopintas como En cámara lenta, de Los Del Espacio.
El grupo capitaneado por “Neno” Aguirre y David Ortiz es de esos números que no defraudan, sea la situación que sea. Para el puñado de miles de “personajes” que todavía querían seguir de fiesta cerca de la mañana del jueves, fue el cierre inmejorable de la noche. Una que, pese a no ser masiva como otras, confirmó una vez más el perfil múltiple que ya es cada vez más parte de la identidad del Festival de Jesús María.
