Con Bizarrap como punta de lanza a nivel global (su más reciente sesión junto con el español Quevedo fue, durante 50 días, el tema más escuchado del mundo), en los últimos años –y con la pandemia como catalizador definitivo–, la figura del productor artístico se ha puesto en valor como nunca.
Gracias a la visibilidad que le ha dado al rol la música urbana y a una lógica propia que iguala a artistas y a beatmakers (quienes hacen las bases instrumentales) en materia de autoría simbólica, muchos trabajadores del audio y las perillas han conseguido una notoriedad inédita para un trabajo que décadas atrás era sinónimo de invisibilidad. Lo que antes era un dato para melómanos (quién, desde las sombras, produjo el disco o la canción de tal o cual artista) hoy es parte de la información básica detrás de un lanzamiento.
Aunque no se trata de un fenómeno reciente y este diagnóstico es, en realidad, la consecuencia de un largo trayecto en el que se combinan el acceso creciente a la tecnología y la digitalización de los procesos de producción musical, hoy los productores son vistos como bastante más que un engranaje anónimo dentro de la cadena productiva de la industria musical. Y todo parece indicar que esto recién comienza.
Si bien la presencia de artistas argentinos no es menor (Nicki Nicole y Nathy Peluso, Fito Páez y Wos tienen tres nominaciones; Ca7riel, Conociendo Rusia y Babasónicos, dos), el segmento más destacado en materia de reconocimientos de la industria discográfica a nivel continental está reservado para los productores.
Y no, esta vez no se trata de otro récord de Bizarrap. Aunque la mente maestra de Ramos Mejía seguramente reciba el año que viene todo lo que viene cosechando en los últimos meses, para la entrega de 2022 obtuvo apenas una nominación por su sesión junto a Nicky Jam.
En este caso, fueron cuatro de sus colegas quienes confirmaron esto que se dice en diversos ámbitos como cosa juzgada: que no parece haber un mejor momento que este para ser (o querer ser) productor. Por lo pronto, la exclusiva lista de ternados al Grammy evidencia algo más que una casualidad. El experimentado Rafael Arcaute, Federico Vindver y Nico Cotton cosecharon seis nominaciones, incluyendo la de productor del año para el productor de La dirección, de Conociendo Rusia, entre otros. Facundo Yalve (más conocido como Evlay), en tanto, obtuvo tres por su trabajo junto a Wos.
En ese sentido, basta repasar los créditos de las canciones del rapero que acaba de ganar el Gardel de oro para ver que Yalve es mucho más que un asistente técnico del artista porteño. Lo mismo sucede con Cotton, Arcaute y varios casos más, incluso a nivel local. Juanpaio Toch, Bernardo Ferrón o Marian Pellegrino, sólo por citar algunos nombres, son ejemplos de productores cordobeses que no sólo graban la música, sino que también se involucran en el hecho artístico de hacer una canción desde cero.
¿Cambio de paradigma?
“Recién en los ′90, con Dr. Dre y otros casos, la figura del productor pasó a tener un papel importante en cuanto a la visualización. Después vino un tiempo en el que eso no estuvo y ahora está como el resurgimiento de todo eso por cómo es y cómo se hace la música ahora. Se mezcla la figura del artista con la del productor”, le decía Yalve a este medio a finales de 2020, y en medio de su crecimiento paralelo junto a Wos.
“Antes era muy en la nebulosa todo. Capaz hacías una canción para alguien, la producías, y capaz habías estado en la composición y ni te metías. Que el productor empiece a tomar ese rol también hace que haya menos ignorancia entre nosotros”, expresaba el también guitarrista y colaborador de Nicki Nicole, Ca7riel y Paco Amoroso, Tiago PZK, además de mezclador eventual de algunas BZRP Music Sessions.
Las palabras de Evlay tienen casi dos años, pero suenan cada vez más actuales. No es casual, tampoco, que el ícono pop de lentes oscuros y gorra que responde al nombre de Bizarrap sea por lejos el artista argentino más escuchado en el mundo entero. En un mundo cada vez más hiperconectado digitalmente pero atomizado a la hora de la interacción humana, no resulta extraño.
¿Cómo afectará artísticamente este cambio decisivo en la forma de hacer, grabar y lanzar música en las próximas generaciones? ¿Acaso prefigura un nuevo modelo de músico total y multitasking? Quizás sea apresurado presagiar esa idea, pero lo cierto es que el bonaerense encarna en primera persona una tendencia que se ha profundizado en las décadas recientes, y que en el último lustro terminó de consolidarse como una variable central para entender este momento en la historia de la música pop.
