La importancia de la banda y del propio acontecimiento lo convertía en uno de los shows más esperados del año en Córdoba y probablemente uno de los recitales más importantes en la vida de los fans locales del heavy. Black Sabbath actuaba en el Orfeo y en el marco de su gira despedida: el destino nos daba a los cordobeses la última oportunidad de ver en vivo y en directo a una agrupación histórica, responsables de algunos de los discos fundamentales del género, y en una de sus presentaciones finales.
Poder ver al legendario Ozzy Osbourne y sus no menos importantes laderos (Tony Iommi y Geezer Butler) sobre un escenario local era la imagen con la que los fanáticos venían soñando desde hacía meses, cuando pudieron garantizarse su entrada, mientras la espera se dividía entre la ansiedad y la expectativa.
Ese flash ocurriría recién pasadas las 21, y esas horas previas se vivieron con mucha intensidad en los alrededores del domo de la calle Cardeñosa.
Un viaje
Gustavo Lima llegó desde Catriel, Río Negro. A sus 42 años ya ha visto a Sabbath otras veces, pero eso no le impidió perderse esta cita de despedida. Entre el viaje y la entrada al campo, asegura que se gastó sus buenos pesos, que hubo “que laburarlos” para poder llegar hasta el Orfeo. Entre sus pertenencias, se destaca la bandera argentina en la que se envuelve. En la fila se hizo amigo de Martín y Guiliano Dotto, dos hermanos de Ushuaia que también siguen la estela de la banda desde hace varios años. Los tres están entre los primeros 100 de la fila y entrarán temprano, apenas pasadas las 18.30.
Herencia familiar
Otros de los que llegaron con tiempo fueron “Planta” y su nieta Micaela. Ambos con remeras de Sabbath –de etapas y talles diferentes–, cumplen un sueño postergado: ver en vivo y en su ciudad a una agrupación atemporal, un proyecto que cada generación descubre con una fascinación similar. “Planta”, 60 años y con su cabellera canosa, escucha sus discos desde la década del ‘70, mientras que Micaela, de 17, llegó hasta Ozzy y los suyos a raíz de su gusto por el metal sinfónico.
El ingreso al domo de Cardeñosa y Rodríguez del Busto (que se produjo en tranquilidad y orden) parecía un muestrario de remeras en todas las variantes del metal, con estampas de Motörhead, AC/DC, Metallica y Led Zeppelin, entre otros.
Era un público metalero pero heterogéneo, entre el que volvió a quedar en evidencia la fidelidad al género (aun de aquellos que hicieron seguramente altísimos esfuerzos para afrontar una entrada elevada). El hecho de haber sido un día de semana no favoreció al telonero local, Hammer, que rompió el hielo desde temprano. Igualmente, fueron saludados efusivamente por los espectadores que los vieron en la entrada al estadio tras su presentación, mientras brindaban una nota para un noticiero local. Para todos, fue como un sueño hecho realidad.
