La despedida de Gerardo Rozín, fallecido hace unos días, a los 51 años, encontró muy conmovidos a diversos actores del universo sociocultural argentino. En sus respectivos perfiles de redes, colegas, modelos, popes mediáticos, políticos y público destacaron al comunicador rosarino por su bonhomía y por el modo con el que sorteó las trampas de la burocracia (Fito Páez dixit) y los caminos más cortos de la TV para llegar al éxito.
Claro, también pusieron en el tapete la manera en la que en su ciclo la música era un aporte emocional, luego de un trato empático con el artista que la ha creado y publicado.
En suma, reivindicaron a Rozín por contrastar que hay otra forma de producir televisión más allá del panelismo cizañoso, del cruce de egos, de la propagación de discursos de odio, de la banalización general.
Un modo “buena onda” nada reñido con un ideal de entretenimiento y, por supuesto, producido con un profesionalismo que le da entidad al invitado de turno y que obliga al conductor a llegar al horario de la emisión con todo aprendido sobre él.
“Me encanta que pasen estas cosas. Que haya un programa de cocina, que estén Gerardo Rozín y Jay Mammon, tipos agradables con los que podés hablar cosas en un tono hermoso y que te permiten cantar tus canciones”, diagnosticó Diego Torres en diálogo con VOS hace unas semanas.
“Es muy bueno que esto suceda en la TV por aire y en horarios centrales. Son espacios lindos para visitar”, sentenció.
Con tanta música sonando (mainstream, emergente, de vanguardia), sumada a la sensación de que nadie tiene la vaca atada con respecto a qué puede funcionar en TV abierta, el adiós a Rozín dejó claro que hay una valoración positiva de la situación “diálogo ameno más no canchero con un artista”.
Que intentar una charla “picante” no tiene por qué subestimar humanidad; y que si bien la curiosidad no debe empantanarse en la solemnidad, en ningún lado está escrito que tiene a lo soez como fin último.
Rozín decía que el impacto emocional de sus entrevistas respondía a que era “curioso de verdad” y que trabajaba cada una de ellas como si fuera la primera que hacía. “Me pongo un objetivo y salgo a buscar un tono o un tema para divertirme, o una confesión”, rescataba.
Y en ese plan, nunca se resignó a morder el polvo de la derrota cultural. Tampoco encumbró un discurso esnob para luego arrogarse haber subido los estándares de su audiencia.
¿Lo imitarán algunos directores de programación? ¿Mantendrá Telefe el perfil de La Peña de Morfi, el espacio de encuentro que Rozín trabajó tan pacientemente y que sus compañeros ayudaron a sostener en lo más alto del rating?
Ojalá pase.
Rozín, más allá del ombliguismo porteño
Por lo pronto, en la celebración de su 15° aniversario, el Canal Encuentro propone una nueva temporada de Encuentro en el Estudio, el programa de Lalo Mir que pone en valor la obra de un músico mediante la interpretación de un recorte de casi una hora en una pecera de grabaciones especialmente seteada y con ingeniería del mítico portugués Da Silva.
Pero Rozín, incluso, trascendía en ocasiones el ombliguismo porteño. Pudo dar cuenta de ello el productor cordobés Juan Ramia, cuyo representado Lucas Heredia encontró en La Peña de Morfi una plataforma hecha de amor y confianza para una probable proyección nacional.
“Se fue Gerardo Rozín, uno de los últimos defensores y promotores de la cultura popular argentina en los grandes medios porteños”, escribió Ramia.
“Me consta que luchó con profesionalismo, humildad y creatividad para darle espacio en la escena mediática argentina a la música de todo el país”, añadió.
Y finalmente concluyó: “Con esas convicciones y mucho talento, logró liderar el rating de la TV, ser premiado, querido y respetado por quienes tuvimos la suerte de cruzárnoslo en el camino. Qué triste noticia”.
La añoranza para que se prolongue el continuismo que Gerardo Rozín hizo de los legados de Juan Alberto Badía y Juan Carlos Mareco, por lo general, se enfoca en la TV metropolitana, casi como asumiendo que la del interior no tiene los recursos para lograrlo. ¿Realmente no los tiene? ¿Tan difícil es setear música en vivo en un estudio de televisión?
En Córdoba, a la escena efervescente ya la tenemos, mientras que la industria televisiva se profesionaliza paso a paso.
“Aunque el manual de la TV te dice que no, a nosotros nos dio buenos resultados”, señaló Rozín antes de morir sobre su determinación de programar músicos.
Habrá que ir contra esa receta, entonces.
Más información
Dolor por la muerte de Gerardo Rozín: todo el arco político lo despidió en redes sociales
