La fricción entre una policía represora y un público sobreexcitado ya se cargó la continuidad de Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota. Fue en el segundo semestre de 2001, cuando la coyuntura económica no daba para nada; mucho menos para un concierto de la banda más convocante del rock, que movía multitudes por todo el país sin la garantía de que todo el mundo tuviera el dinero para la entrada, ni que acudiera a la cita con el inocente afán de disfrutar de la música o del fenómeno.
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Tal era el clima de inestabilidad y extrañeza que se respiraba por entonces, que Indio, Skay y Poli decidieron cancelar el show que intentaría superar en flashes (y en bengalas, para qué negarlo) al ofrecido el 4 de agosto de ese mismo año en nuestro Mario Alberto Kempes, conocido por aquel entonces como Estadio Córdoba o, simplemente, como Chateau Carreras. Esa suspensión luego mutó en cancelación, porque dentro del grupo recrudecieron rencores y odios que siempre estuvieron latentes.
En esta semana, el efecto de una erosión social similar llegó hasta Carlos “Mona” Jiménez, quien, una vez más, amenazó con retirarse si no cesa el maltrato contra su público, que en esta ocasión fue reprimido por la policía en la previa de un concierto en Catamarca. En este caso y vía posteo en Facebook oficial, Jiménez se enfocó en una cuestión de desprecio y marginación. El cuartetero habló de envidia, de que molesta, de que su público es objeto de represión por no ser rubio ni de ojos celestes. Y aunque parezca tirado de los pelos, coincidió con Solari en eso de que ningún concierto vale la vida de nadie. “Si yo causo que sean tan discriminados por no ser rubios ojos celestes y ser como yo, negros, renuncio a lo que más amo; renuncio a verlos al lado mío y me bajo del escenario para siempre”, amenazó Jiménez, un confeso votante de Macri que, al igual que Los Redondos, padece la densidad de un contexto signado por el ajuste y la pauperización en diversos niveles.
Ahora bien, ¿se retirará Jiménez? Imposible. Si la opción highlander es un tic sobresaliente en cada entrevista que ofrece. Efectivamente, "Sin el escenario me muero" es lo que expresa como mantra cada vez que se enfrenta a un grabador.
Así las cosas, este tipo de amenaza no es más que un acto reflejo para agigantar el estado de dependencia que su público tiene hacia él. Un recurso discutible más no irresponsable, porque como tal como expresa en el mismo comunicado “No soy ejemplo de nada”.
