La pregunta cayó como una bomba en la dinámica virtual de esta redacción. ¿Cómo hace una banda emergente para sobresalir en el aislamiento? O en todo caso, ¿alcanza con el llamado “autobombo” en redes para sostener el interés de un público cada vez más fragmentado en gustos y pasiones?
Evidentemente, las situaciones no son las mismas en los diferentes ámbitos de la escena local, un circuito que hoy no tiene una dinámica de encuentros presenciales aceitada como hasta hace seis meses, pero que ha trasladado casi todas sus energías a la virtualidad, las redes sociales y las transmisiones online.
Recalcular
El caso del grupo Ninfas es emblemático en cuanto a que muestra concretamente el parate abrupto que supuso la llegada del coronavirus a nuestras vidas. "La pandemia nos agarró en Ciudad de México justo cuando empezaba la parte más fuerte de la gira. Teníamos nuestras fechas confirmadas en festivales y se nos suspendió todo cuando arrancó el tema Covid-19", explica la bajista Pamela Merchán.
El grupo había decidido apostar todo a instalarse un tiempo en el país azteca y hacerse fuerte en tierras mejicanas a partir de sus vibrantes presentaciones en vivo. Pero la pandemia modificó los planes y hoy el proyecto encuentra a sus integrantes dispersas en diferentes sitios.
“Decidimos tomarnos una pausa porque veníamos todas bastante cansadas y fue como un balde a agua fría que se suspendiera la gira porque había sido una gran apuesta irnos para allá”, comenta Merchán, que cuenta cómo la banda se las arregló para aprovechar material registrado en 2019 a raíz de la presentación de su primer disco, Cumbia diversa. Una versión de la canción que abre ese álbum, Cumbia poderosa, tiene fecha de estreno para este sábado y se sumará a otra ya publicada en julio, Latido latino.
Sin embargo, según especifica la bajista, se trata apenas de un paliativo para el problema de fondo. La imposibilidad de generar ingresos como antes, con conciertos presenciales en diferentes lugares.
“Para bandas como la nuestra, autogestionadas, el 80 por ciento de los ingresos venían de los shows en vivo. La distribución es un negocio para las plataformas”, define la artista, quien también participa de espacios colectivos como la asociación civil Sonar o el sindicato de músicos y músicas de la provincia.
“Queremos pedirle a la gente que siga las redes y los canales de música independiente. YouTube, Spotify… son pequeñas cosas que, aunque no generen ingresos tan significativos, nos ayudan a poder seguir moviendo nuestra música”, expresa.
Creatividad
"Al principio, la cuarentena nos bajonéo un poco porque íbamos a presentar el disco en Córdoba", comenta desde Traslasierra Alejo González, uno de los tres responsables del soundsystem con forma de banda llamado Munay Ki Dub. También desde la autogestión total, el grupo afincado entre Los Hornillos y San Javier se las arregló para insertarse en un circuito mundial de festivales vía streaming asociados a la música de raíces jamaiquinas.
"Al ser una banda del interior, hace tiempo que queríamos incursionar en el streaming. Al tener la idea un poco masticada, cuando nos dimos cuenta de que no íbamos a poder tocar ni viajar, nos dedicamos a desarrollar esa idea. El sello que editó nuestro primer disco (Duphonic, de Chipre) justo organizaba un festival virtual con artistas del catálogo y arrancó toda una movida que no paró", dice en relación con lo que terminó derivando en una gira "ciberespacial" por varios eventos de Sudamérica, de Asia y de Europa.
Concretamente, Munay Ki Dub logró explotar su potencial global a partir de producciones audiovisuales grabadas desde el oeste provincial. Ahora el desafío es realizar la primera transmisión enteramente propia (el próximo jueves 24), que oficiará como cierre de una gira que modificó internamente las perspectivas del proyecto.
Explica González: “Pudimos tocar, ganamos un premio en Francia que nos ayuda a cranear dos o tres discos para adelante. Se abrió un espacio impensado. Eso también nos quitó un poco la presión económica. Nos dejó la mente limpia para poder abocarnos a componer y a pensar en la música”.
Otras formas
Florencia Pajón Páez es una de las voces más frescas de la escena local, y su proyecto de neo-soul N.I.A ha tomado forma definitiva en estos meses de aislamiento a partir de la edición de sus primeras tres canciones, algo que terminó de precipitar el contexto de encierro y la falta de opciones laborales –shows en vivo– propias de la "vieja normalidad".
"Publicar las canciones en este contexto fue a raíz de este stop que me hizo tener el aislamiento. Yo venía de tocar mucho en vivo desde fines del año pasado, así que estaba acostumbrada a gestionar, contactar, pedir fechas, generar ensayos. La pandemia me reinfluyó para subir el material a las plataformas. Me hizo dar cuenta de que no estaba activando con la producción de los temas", asegura la cantante.
“Los artistas nuevos están bancando la cuarentena sustentándose desde otros espacios laborales, y no desde la música o los toques en vivo”, especifica la persona detrás de N.I.A. “Estamos viviendo de otra cosa, ya sea de la docencia o de alguna otra actividad. Quedamos totalmente en la nada, no contamos con ningún tipo de apoyo, entonces nos hemos reinventado de alguna manera y hemos apelado a otras habilidades. Se hace lo que se puede”, resume.
En ese sentido, la solista destaca las redes sociales como dispositivos para mostrar otras cosas más allá de la música en sí misma, algo que se ha fortalecido aún más a partir de una nueva generación de artistas que encajan en el concepto de “nativos digitales”.
“A mí me gusta contar el proceso. Más allá de mostrar la canción terminada, me gusta contar cómo la compuse, quiénes me acompañaron y participaron. Todo ese desarrollo creativo está bueno mostrarlo y creo que alienta a otros a hacer lo mismo”.
Incertidumbre
Este último viernes por la noche, Telescopios estrenó un videoclip de todas las canciones de su último disco (homónimo) publicado en marzo. La apuesta por un nuevo formato ("full videoclip", según define la banda) y la búsqueda conceptual como bandera se unieron en un producto surgido al calor de la falta de certezas.
“El video iba de la mano con el lanzamiento del disco. No lo pudimos hacer en ese momento y hace dos meses, cuando habilitaron los protocolos, pudimos grabarlo en un estudio de acá de Córdoba”, ilustra Rodrigo Molina, vocalista del grupo que tenía previsto presentar las canciones de Telescopios en abril.
“Uno de los desafíos más grandes de los proyectos musicales fue buscarle la vuelta para generar contenido y seguir creando música con las herramientas que teníamos al alcance”, admite el músico, con ejemplos concretos, como unas sesiones producidas para Instagram o el primer volumen de una colección de remixes que se completará en breve.
Respecto al streaming, Molina lo procesa como una posibilidad válida siempre y cuando se pueda hacer y decir “algo distinto”. “Es algo que está dando vueltas todo el tiempo, pero hasta ahora no lo hicimos porque queremos encontrar una idea que nos termine llevando más allá del hecho de tocar. Queremos que haya alguna interacción o darle una vuelta de rosca a la escenografía, pero no nos queremos apurar por el hecho de ‘tener que hacer cosas’”, define.
“Tengo la sensación de que todes o el Estado deberíamos empezar a pensar en serio la posibilidad de hacer shows, porque veo que hay bares con gente. Hay cosas que están dentro de lo posible y quizás, si uno analiza en frío, no se cumplen los protocolos. Siento que ahí hay una contradicción y me está costando asimilarla”, puntualiza Molina.
En definitiva, otro interrogante que atraviesa a un circuito local que se las arregla para seguir subsistiendo en condiciones poco felices, las mismas que dibujan un futuro más incierto que lo que parece.
Resume Molina: “Lo que representa esta pandemia es más grave que lo que nos imaginamos; y si hacemos una revisión hacia atrás, todo tiene que ver con un montón de prácticas que tiene la humanidad que están malísimas y está bueno que todo eso empiece a pasar a un plano más consciente”.