Inesperada. Así fue la muerte de Taylor Hawkins, el baterista de Foo Fighters, de 50 años, que apareció muerto en un hotel de Bogotá, Colombia, país en el que la banda estaba por dar un concierto, en el marco de una festival, y como parte de su gira sudamericana.
La precoz partida de Hawkins fue confirmada por un comunicado en redes de Foo Fighters. Y no hay hasta ahora más información acerca de los motivos de su muerte.
Hawkins había nacido en febrero de 1972, en Texas, pero se mudó de chico con su familia a California. Empezó a tocar instrumentos musicales siendo muy joven y formó parte de varios proyectos. Fue baterista de Alanis Morrisette durante la extensa gira del disco Jagedd Little Pill y en el año 1997 ingresó a Foo Fighters, banda con la que grabó ocho discos de estudio.
El último show que dio Hawkins con su banda fue en Argentina, concretamente en Buenos Aires, en el festival Lollapallooza. Foo Fighters, considerada por muchos la última gran banda de estadios, cerró la tercera jornada del festival como número central, el domingo 20 de marzo.
En el show en el Lollapalooza, Dave Grohl, Taylor Hawkins y compañía repasaron clásicos y agitaron a un público que respondió con entusiasmo. Sin saberlo, Hawkins estaba dando el último show de su vida.
Muchas de las personas y fans que asistieron a ese evento compartieron en redes sociales videos de una parte del show, en la que Hawkins dejó por un rato la batería a Grohl (que tocaba ese instrumento en Nirvana) y cantó el cásico de Queen Somebody to love, para delirio de la audiencia.
Además de un baterista excelso, considerado por muchos colegas uno de los mejores de su generación, Hawkins tenía grandes dotes como cantante, que demostró en esta gira haciendo en varios de los shows covers de Queen, una de sus bandas favoritas.
Tras el recital de Argentina, Foo Fighters tenía previsto realizar otra presentación en Asunción, Paraguay, que no se pudo concretar por mal tiempo.
