Hace unas semanas, cuando finalmente se pusieron a la venta las entradas para los Ríveres que Taylor Swift ofrecerá los días 9, 10 y 11 de noviembre, hubo ansiedad, histeria y desesperación. Y también una tristeza inconmensurable para las swifties que no pudieron ir más allá del hombrecito caminante del sitio allaccess.com.ar, que daba cuenta de una eterna cola virtual.
Bueno, para esas almas en pena que se quedaron sin su correspondiente ubicación, el estreno del filme Taylor Swift: The Eras Tour fue un bálsamo, por cuanto representó la posibilidad de vibrar el show del año un mes antes de su puesta monumental en el Monumental.
La realización de Sam Wrench da cuenta del cierre del tramo norteamericano de la gira actual de la popstar de Nashville, ofrecido en agosto pasado durante tres noches en el SoFi Stadium de Los Ángeles.
Este cronista atestiguó la explosión emocional de dos espectadoras, sentadas a su espalda y en la función de las 18.30 del pasado viernes 13 de octubre en el Showcase de Villa Cabrera.
El cuchicheo previo dio cuenta de la situación detallada arriba: ellas no pudieron conseguir entradas para ningún River y estaban seteadas para dar rienda suelta a lo que sea que la pantalla generara en minutos.
Y lo que la pantalla generó fue un torbellino de lágrimas, exclamaciones y las canciones cantadas a los gritos que limitó a la Taylor Swift proyectada a un simple movimiento de labios.
En condiciones normales de presión y temperatura esa actitud sería considerada un atentado. Pero Taylor Swift: The Eras Tour supone un marco de excepcionalidad.
Es que se trata de una clase magistral de ambición pop, tal cual definió una review de Los Angeles Times, que sintetiza “una aventura de 17 años de música” plasmada en 10 discos de estudio (a cada uno le corresponde una era, claro). Y todo por parte de una cantautora que evidentemente ha interpelado a las jóvenes-niñas del mundo al plantear una amplia gama de emociones en sus temas. Temas que a su vez han sido embutidos en una diversidad estilística que va del country pop a un folk de ensoñación, previo paso por el art pop.
La película certifica a la Swift plenipotenciaria, que enrostra seguridad dando saltitos como diva naif de música tradicional norteamericana o afrontando cuadros de danza contemporánea para corresponder a sus eras más alternativas, más alt pop.
En cualquier caso, las gargantas de las swifties aludidas se desgañitaron por las letras de desamor, empoderamiento, oscuridad, resiliencia. O por reproducir esos comentarios no tan velados que Taylor hace sobre sus sonados romances con pares del show bizz u observaciones sagaces sobre el devenir norteamericano.
Es una euforia ensordecedora que puede comprometer el normal desarrollo de las proyecciones de las salas contiguas.
Los pequeños recortes del The Eras Tour
Taylor Swift: The Eras Tour dura dos horas y 48 minutos; es decir, un poco menos de las tres horas y 25 que duraron los shows de la gira hasta aquí.
En los 37 minutos de diferencia se pierden algunas interpretaciones (entre las más lamentadas está Cardigan, de folklore), pero termina imponiéndose un show minuciosamente guionado aunque no deshumanizado.
Por el contrario, en el The Eras Tour, Taylor Swift se permite contrapuntos minimalistas a los “parafernálicos”, entre los que se impone la enorme serpiente que marca el inicio de la era Reputation (2017) y que, a decir verdad, tampoco están hechos de prepotencia vacía.
Cuando llega August, por ejemplo, ella utiliza en soledad la pasarela central para desplazarse como un hada mientras narra esos anhelos enrevesados sobre un él que nunca fue suyo. Y después invita al momento acústico para ofrecer las canciones sorpresivas de la gira, ya sea munida sólo de viola acústica o sentada al piano.
Similares impactos tienen los momentos boscosos relacionados a sus discos pandémicos (el ya citado Folklore y Evermore, ambos de 2020), que muestran a Taylor cantando entre musgo enmohecido o desde una cabaña injertada en el medio de una estructura descomunal, en la que se destacan pantallas gigantescas y estructuras móviles que se mueven entre los desplazamientos de un grupo coreográfico multirracial, con diversidad de género y de cuerpos.
“Esta ha sido la experiencia más extraordinaria de toda mi vida”, dice la artista al momento de explicar los fundamentos del The Eras Tour, que no es un documental con testimonios complementarios ni con muestreos de calma de camarín sino un recorte de excelencia del espectáculo más resonante del entretenimiento global del último tiempo.
Y es probable que también sea una experiencia extraordinaria para su público, que al día de hoy es rehén de la ambición pop puesta de relieve por Los Angeles Times. No es una exageración, ya que esta mujer está decidida a no dar respiro en su curva ascendente de empoderamiento.
Lo explica el tiempo trascurrido o por transcurrir entre todo lo que propuso y propondrá en este 2023. Por caso, aquí nos aproximamos a una película rodada en una serie de shows ofrecida en Los Ángeles en agosto y estrenada en todo el mundo en octubre, con un espectáculo que se replicará los primeros días de noviembre en Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Y si creen que hay pocos intersticios entre una cosa y otra, el inminente 27 de octubre Taylor publicará su relectura de 1989 (disco original de 2014), en el marco de su estrategia de regrabar todos sus discos afectados por un contrato engañoso, de acuerdo a su parecer.
Calmarse un poco no parece estar en los planes de Taylor Swift.
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