El músico vasco Fermín Muguruza debuta en Córdoba este viernes y, dispuesto del otro lado de la línea, antes que nada quiere reivindicar a la persona que generó las condiciones para que se produzca tal show presentación. "Si visito tu ciudad es, por sobre todo, porque (la productora local) Evelin Mellano me convenció para hacerlo", revela este artista para el que las palabra "resistencia" es mucho más que un sustantivo marketinero.
Porque Muguruza podrá haber cambiado el corsé de su expresión (del punk a grabar en clave soundsystem, ha recorrido un largo camino de experimentación), pero ésta siempre resonó radical y subversiva. Así fueron las cosas cuando estuvo al frente de los seminales Kortatu o de los ásperos Negu Gorriak. Y así siguen en la actualidad, que lo tiene como solista respaldado por banda numerosa.
Lleva 50 años de vida y 30 de trayectoria. Cualquiera se rendiría ante la redondez de los datos para excusar una gira, pero en su caso el disparador es algo vital: Fermín Muguruza necesita volver a tocar tras varios de labores como cineasta. Sus contribuciones en ese capo están a tono con su música. Es decir que no son nada superficiales. Alcanza con los títulos para fundamentarlo: Checkpoint rock. Canciones desde Palestina o Next music station, una serie de 11 documentales sobre la música en los países árabes realizada para la cadena Al Jazeera. A esto hay que sumarle su filme de ficción Zuloak, un falso documental sobre un trío de chicas vascas que consiguió resonancia en el Festival de Mar del Plata. Fermín sigue al teléfono.
–¿Qué sos a estas alturas? ¿Un agitador cultural? ¿Un músico revolucionario que busca nuevas formas para subvertir?
–Diría que un agitador musical. Y como tal, tengo que encontrar nuevos formatos y maneras para llegar a la gente, lograr que mis creaciones, y las convicciones en torno a ellas, tengan impacto. Hay algo de dialéctica contigo mismo en toda esta historia.
–¿Así fue que te convertiste en cineasta?
–El elemento audiovisual ha sido siempre un buen complemento de lo que hago. En época de Kortatu, con la película Última danza de la guerra, sobre un concierto en vivo, estaba haciéndole un guiño a El último vals, de Martin Scorsese, que era precisamente un filme sobre la despedida de The Band. Y queríamos despedirnos con Kortatu... Con Negu Gorriak hicimos una suerte de road movie y mi primer documental es en Jamaica (se refiere al DVD sobre la grabación de Euskal Herria Jamaika Clash). Y luego vinieron los más recientes en los países árabes. En fin, todo responde a la necesidad de estar en movimiento, transgredir. Estar en la contracancha, en la contrabanda. De poder ir contracorriente. Hice radio, produje. Una vez me dijeron que era un artista poliédrico. Me gustó.
–Para el razonamiento de las autoridades de los países centrales, el haber trabajado en Palestina te convierte en un terrorista.
–(Risas) En los países árabes, cuando se enteraban que era vasco, me preguntaban "¿traes bombas?", a lo que yo repreguntaba "¿pero cómo? ¿no las traes tú?". Ese humor negro, casi irlandés, lo he practicado mucho allá y he encontrado interlocutores. La verdad es que cuando tuve que hacer la entrevista en la embajada de Estados Unidos de Madrid, fue todo muy tensionado, pero resultó bien. De hecho, actuaré en Nueva York el 13 y el 15 de junio. A la vuelta, te cuento si he tenido algún problema. De momento, todo marcha.
–En la entrevista podrías haber argumentado que puedes ser separatista sin pertenecer a ETA.
–Claro. Y tengo muy claro que mis ideas son muchos más potentes que cualquier cosa que ETA pueda detonar.
–Tu gira actual se llama "No more tour". ¿Lleva implícita la idea del retiro?
–Es cierto, pero en este caso responde a un juego de palabras interno, a la idea de que ya no podemos seguir desarrollándonos en este caos al que nos ha empujado el materialismo. No more tour en el sentido de no da para más. En el afiche verás a un pelotari, un jugador de pelota vasca, con un pañuelo palestino tapándose la cara. Siempre juego con los símbolos que tengo a mano. Contracancha (en euskera Kontrakantxa) es el nombre de la banda de nueve músicos que viene conmigo. Contracancha es el lugar donde el pelotari puede jugar aunque la pelota no bote..
–"Dale aborigen", de Todos Tus Muertos, es el link más fuerte que tenés con el rock argentino. ¿Cómo ves ese disco en retrospectiva?
–Hace un ratito hice una entrevista con una radio en Bogotá y han abierto el programa con Alerta guerrillas, de Todos Tus Muertos, que tiene una mención a Negu Gorriak, mi anterior banda; más precisamente, al tema Lehenbiziko bala. Me ha impresionado muchísimo que lo hayan seleccionado como cortina. Mi primer viaje a la Argentina fue en 1994 para trabajar y ayudar en la producción de ese disco. Viajé con Manu Chao y estuvimos 15 días. Hoy se oye como un disco antológico, que quedará para la historia como una obra clave en la que se dio una convergencia de Cadillacs, Decadentes, nosotros. Por otra parte, siento que Dale aborigen sintonizó con cierto "nuevo ritmo global". Porque, si te fijas, entre 1994 y 1995 se publicaron, además, Transgresores de la ley de Tijuana No, Idea zabaldu de Negu Gorriak, y Casa Babylon de Mano Negra. Son discos en los que colaboramos todos con todos, y con los que afectamos al entorno con un discurso combativo.
–Tanto Manu Chao como vos, en algún momento se rebelaron ante la posibilidad de ser músicos serviles, funcionales. Sin embargo, Manu firmó con una multinacional para publicar "Clandestino". ¿Qué tan cerca has estado de una situación así?
–Sentí el aliento de la bestia en mi cuello. Porque tuve muchas ofertas, algunas muy concretas y, a nivel económico, muy proclives al soborno. Pero tengo que decir que nunca caí en la tentación y que fui uno de esos que criticó mucho a Manu. Le he pedido explicaciones y me las ha dado, y luego me ha demostrado que volvió a salirse de los márgenes de una multi. Curiosamente, el disco que edité en Argentina me lo ha hecho la misma productora que edita a Manu.
–Supongamos que el País Vasco se separa de España, ¿cuál es el plan político para el día después?
–Plantearemos una alternativa económica muy distinta al modelo actual, que es vergonzosa. Lo que pasa en Europa es muy penoso. Es la expresión más acabada del capitalismo salvaje. Privatización de recursos, empobrecimiento de la gente como variable primera. España tiene seis millones de parados. Hay que repensarlo todo, ya no tiene que ser el mercado el que decida la vida política y social de un país.