¿Qué nos fascina de la hiperpública separación de Wanda Nara y Mauro Icardi, con Eugenia “la China” Suárez como tercera protagonista de la historia? ¿Qué fibra social tocó esta novela con capítulos en tiempo real en redes sociales y en medios? ¿Qué dice de nosotros que estemos hablando de ellas y de ellos, porque también entra en los relatos Benjamín Vicuña, ex de la China? ¿Cómo es que en una época en la que se escribía de poliamor y de relaciones abiertas se arma tal escándalo con un relato de “cuernos”?
Para la psicóloga Judith Yurman –docente de la cátedra de Psicología de las masas y medios de comunicación, de la Facultad de Psicología (UNC)–, “históricamente las situaciones ‘escandalosas’ que revelan la intimidad de personas famosas han sido un atractivo. Este escándalo en particular no escapa a ese esquema. Es espiar la vida de gente famosa y ‘exitosa’, y mirar su costado no feliz, conocer sus falencias (y así quizás las nuestras se ven minimizadas).
En una línea parecida lo observa el psicólogo Diego Tachella, magíster, docente e investigador especializado en medios de comunicación: “Tenemos una fascinación por una realeza que no tenemos (Inglaterra y España sí) y ponemos en ese lugar a nuestra farándula. Hoy las figuras de la clase política han caído en nuestra estima como referentes de todo lo que es posible lograr en el mundo. Estos cuatro personajes del deporte y de la farándula locales, con alcance internacional, resultan fascinantes porque viven vidas de cuentos de hadas que nos muestran en sus redes sociales, son el modelo de que es posible escalar al Olimpo, de que, siendo futbolista o modelo, o al menos famosos, podemos lograr la tan deseada movilidad social ascendente. Ver que son humanos, que les pasan las mismas cosas que a la gente común, del barrio, con situaciones que conocemos de cerca, nos muestra sus debilidades y los humaniza. Así podemos ver que sigue vigente la salida hacia la fama, el éxito y la fortuna, o que al menos ellos tampoco la pasan tan bien”.
Yurman propone una lectura de género a todo el escándalo. “Sin entrar en el terreno de discutir sobre si los vínculos afectivos son o no son una propiedad, qué es y qué no es infidelidad, cabe al menos pensar sobre el lugar estigmatizante de los distintos protagonistas de esta historia. La ‘culpable’ protagonista es la mujer (China Suárez), la ‘rompehogares’, ‘la China Zorrilla’. Es notable la cantidad innumerable de memes que ya se encuentran circulando y en los que se pone el énfasis en culpabilizarla”, apunta.
“A su vez, es interesante pensar el lugar del otro protagonista, el masculino (Mauro Icardi), que se muestra desde la pasividad absoluta adoptando un lugar de víctima al que la situación lo atropelló y lo agarró distraído mientras revisaba el pronóstico extendido… No es un dato menor que la otra protagonista de esta historia (Wanda Nara) también cumpla un rol que refuerza la inocencia de su noble compañero: el impulso de Wanda fue atacar a la China (‘Otra familia que te cargaste!!’)”, destaca la psicóloga cordobesa.
Tachella hace hincapié en los modelos que describe como “conservadores” y que están en juego en este relato. “Los cruces de parejas que se presentan en esta noticia sobre la farándula ponen de relieve que la representación mayoritaria que tenemos como sociedad los argentinos y las argentinas sobre la pareja es aún muy conservadora, la infidelidad en la pareja sigue siendo un tema que se mira desde la concepción tradicional. Por lo general, se mira con benevolencia al hombre y se acusa a la mujer de traidora, se centra la mirada sobre Suárez, a la que se adjetiva como la culpable y la malvada; y a Vicuña e Icardi, como víctimas o damnificados, y Nara pasa a ser la ‘ofendida’ o la enojada que reclama. Sin una mirada sobre qué pasó realmente, apenas una especulación desde afuera que genera gran circulación de rumores. Se confirma un juicio sobre las y los actores desde la representación compartida que resulta hegemónica o dominante en las redes sociales”, reflexiona el psicólogo.
La hipervisibilización de la historia mueve a Yurman a preguntarse por los estereotipos que este relato contribuye a consolidar.
“Estas significantes estigmatizaciones nos invitan a seguir pensando varios temas: cómo se construye agenda desde ciertos posicionamientos ideológicos, desde ciertos valores y modelos hegemónicos, como así también cómo se sigue reproduciendo la lógica tradicional de los roles y los géneros por seguir. Este es un sesgo que va marcando y colaborando en la construcción de modelos sociales, y que con el afán de economizar el pensamiento en categorías de buenos y malos, culpables e inocentes, deja de lado lo tremendo de construir estereotipos que a futuro se transformarán en prejuicios”, advierte la psicóloga.
El lugar desde donde se expresaron las distintas reacciones al escándalo fueron las redes sociales, con un producto que generó una nueva ola de inteligencia colectiva, muchas veces en refuerzo de los estereotipos conservadores.
“Los memes son unidades de información extracelular que se replican y buscan permanecer en nuestras mentes por mucho tiempo. Hoy su base es transmedia y de sentido del humor en su gran mayoría, irónicos y sarcásticos. Cumplen la función de permitir el alivio de situaciones de tensión que percibimos, una liberación por la risa y una forma de compartir y amplificar información sobre un tema, más aún si es un tema del que ya tenemos conocimientos (las relaciones con Pampita y con Maxi López, que terminaron en infidelidades, son vox populi). En este caso, nos permiten bajar a personajes que están en el Olimpo del éxito y de la farándula a nuestro mismo nivel, así como poner en relieve que sus problemas son los mismos que los de la mayoría de los mortales”, apunta Tachella.
Pero hay algo más, presente en la misma biografía de Icardi y de Wanda: “También hay un sentido de justicia en que quienes, ante la opinión pública, han cometido una falta se vean castigados con una situación igual, la idea de que nadie escapa a una justicia karmática sobrevuela a la mayoría de los memes sobre el tema”.
En cualquier caso, si hay algo para celebrar de la repercusión del caso es el humor. “En la situación actual, de tanta incertidumbre, poder reírnos y liberar tensiones es muy necesario, eso puede explicar la vitalización de un tema de tan poca relevancia para nuestra cotidianidad, y del que podemos reírnos y burlarnos”, valora Tachella.
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