En sus comienzos, cuando A la tarde salió al aire en 2021, Karina Mazzocco lo presentó como un magazine femenino. “Tenemos ese desafío con que sea un programa que no choque”, había adelantado la conductora en una entrevista radial.
No obstante, paulatinamente el ciclo de América TV fue mutando para convertirse en uno de los más amarillistas de la pantalla chica. Últimamente, el fin de A la tarde pasó de ser meramente informativo a provocar asombro o escándalo con las historias más controvertidas.
En cierto punto, el ciclo pasó a ser una especie de Gente que busca gente con personas que se presentaban asegurando ser hijos o hermanos de famosos, sin muchas pruebas más que un relato, una anécdota, un “me dijo, le dije”.
La única vez que un caso de los presentados resultó cierto fue el de Chiara Camila Pereyra, la hija no reconocida de Horacio Homs, el padre de la modelo Camila Homs. Gracias al equipo de periodistas del ciclo, la joven pudo reconectar con quien ella aseguraba que era su padre, se hicieron una prueba de ADN y confirmaron la paternidad.
Parece ser que la producción y panelistas del programa se endulzaron con lo que provocó ese hallazgo y desde entonces, tratan de repetir la historia, sin éxito.
En los últimos meses presentaron historias similares, como fue la de Alicia, la supuesta hermana de Carmen Barbieri; o Eugenia Laprovitta, la supuesta hija de Diego Armando Maradona. En ambos casos, las pruebas para determinar parentescos biológicos fueron negativas.
No obstante, A la tarde traspasó todo tipo de límite con el caso que pusieron al aire esta semana sobre la supuesta verdadera identidad de Rodrigo Bueno. Y, como era de esperar, el tema generó interés y se transformó en un debate obligado en redes.
En el programa de Karina Mazzocco, el periodista Diego Esteves presentó la historia de Claudio Pardo, quien dice ser el hermano biológico de “el Potro” Rodrigo. El hombre aseguró en vivo que Beatriz Olave le robó a su madre su hijo recién nacido, que sería el cuartetero.
En seguida, todos los medios levantaron la historia, replicando palabra por palabra lo que Pardo relató, que es un delito de lesa humanidad y que el programa de América TV avaló que se dijera al aire, sin presentar otra prueba más que el testimonio del invitado.
Fue tanta la repercusión, que Gustavo “Urraca” Pereyra, íntimo amigo de la familia Bueno, se vio en la necesidad de salir a refutar la información y fue el único que, hasta ahora, se animó a cuestionar, al ciclo y a Esteves, la calidad periodística de sus “investigaciones”.
En un momento de la historia en el que, gracias a las redes sociales, abundan la desinformación y las fake news, los periodistas no pueden tomarse a la ligera su rol en la sociedad.
Presentar una noticia como la que se difundió en A la tarde, en donde se acusa a una mujer de 73 años de un delito de lesa humanidad, sin trabajarla con profundidad, sin precisión, sin chequear datos ni expandir la investigación más allá de una llamada telefónica, no sólo es una aberración periodística, sino que lastima a la profesión y a aquellos que, con responsabilidad, se ponen al hombro la tarea de llevar luz a los lugares más oscuros de la historia.
Con la denuncia a Beatriz Olave, que pusieron al aire a pesar de no estar ciento por ciento seguros de que la información fuera veraz, en A la tarde se banalizó la historia de nuestro país alrededor de la identidad y la poderosa herramienta que es el periodismo de investigación, para saciar la necesidad de rating a costa de mancillar la imagen de una persona.
