A favor: ¡Por fin una buena comedia argentina!
Diego Tabachnik
Aplausos de pie para Santiago Korovsky, el resto del elenco y Netflix, por animarse a hacer bien y dignificar la comedia argentina, con una serie que no tiene nada que envidiarle a lo mejor del humor incorrecto de otras latitudes.
Eso logra División Palermo, reciente estreno en la plataforma de la N, que encontró la forma de escapar por arriba del por momentos asfixiante laberinto de la corrección política. Está claro que esta es una época de cambios profundos (y necesarios) pero también repleta de policías de la moral, en definitiva extremistas, que ven en la risa fantasmas más que exorcismos.
División Palermo, ante eso, se anima a jugar al ridículo y hace humor con absolutamente todo lo que se le antoje. En primer lugar, con la génesis de una absurda patrulla urbana conformada adrede con minorías para limpiar la imagen de la fuerza policial.
Un ciego, una chica trans, una mujer en silla de ruedas, un boliviano, una “persona de baja estatura” (para decirlo como dicta el momento) y el protagonista (que además es guionista y director, Santiago Korovsky), confundido primero como autista pero luego admitido “por judío”, son algunos de los perfiles de guardia urbana.
¿Eso significa una seguidilla de burlas sobre cada una de estas minorías? Si bien lógicamente cada uno genera humor sobre sí mismo, los dardos van sobre el resto, precisamente sobre el estándar de corrección política que tanta veces se muerde la cola como un perro enceguecido.
Pero además de esta idea madre, toda la serie tiene buenas actuaciones, timming justo, calidad estética y una infinidad de gags que hacen que las carcajadas nos estallen en la boca. Hay varias secuencias épicas (como cuando tienen sexo los personajes de Korovsky y Pilar Gamboa, brillante en su rol) pero muchas referencias ácidas que ridiculizan desde la propia policía hasta la cultura electrónica o las charlas motivacionales estilo Tedx.
En tiempos de aturdimiento y confusión masiva, División Palermo ofrece una salida con inteligencia y delirio que revaloriza el hecho de reír hasta llorar. Por suerte, dejaron un anzuelo para que haya una segunda temporada. Ojalá así sea.
En contra: Sumamente inofensiva y correcta
Jesús Rubio
En líneas generales, División Palermo, la serie de Netflix creada, dirigida y protagonizada por Santiago Korovsky, está bien. Simpática, con timing, con chistes efectivos y con personajes bien diferenciados, la serie sobre la guardia urbana inclusiva logra que al final de cada capítulo uno quiera ver rápidamente el siguiente.
Como serie de Netflix, cumple con los lineamientos y objetivos de la plataforma porque es una comedia encantadoramente superficial y medida, que no se atreve a dar el paso de la desubicación en ningún momento. Y ese es uno de sus problemas, ya que al cuidarse en su incorrección política, se torna sumamente correcta e inofensiva.
La serie se conecta con una tradición de comedias que tiene en el cine a un exponente insoslayable: Locademia de policía (1984), cuya gracia reside en las características personales de los personajes aspirantes a policías. Korovsky de alguna manera se inspira en la fórmula de este clásico y retoma su humor desprejuiciado con algunos temas tabúes como la discapacidad.
La guardia urbana reúne a una mujer inválida, a un ciego, a un anciano sordo, a un manco, a una chica trans, a un muchacho con sobrepeso, a un judío y a un joven comediante de Bolivia, entre otros personajes que se toman la incorrección política con humor, mientras suenan hits del pasado reciente, como la pegadiza Me haces tanto bien, de Amistades Peligrosas, en escenas muy graciosas.
División Palermo apuesta por las minorías antiheroicas como arma humorística, pero no arriesga demasiado y se limita a entregar ocho episodios breves diseñados a la medida de las políticas conservadoras de Netflix. Además, se circunscribe a la clase social y al tipo de relaciones sociales a las que pertenece Korovsky, quien no puede ver más allá de su inherente porteñismo de puertas adentro.
Si el director se hubiera animada a hacer humor incorrecto en serio con las discapacidades de los personajes, quizás ahí sí hubiera sido una serie políticamente incorrecta, como se la quiere vender. Pero División Palermo está hecha para que la clase media “progre” de Buenos Aires pueda dormir con su conciencia un poco más relajada.
