Los primeros minutos de la tercera temporada de Sex Education pueden resultar impactantes para quienes aún no conozcan en profundidad una de las producciones originales de Netflix más transgresoras de los últimos años. Cuadros de alto contenido erótico, cuerpos diversos y sin censura, y una visión desprejuiciada del sexo dan cuenta de lo que la serie ha inspirado en muchos adolescentes (y no tanto): liberación, exploración y contrahegemonía.
Más allá de ese soberbio segmento coreográfico, los ocho capítulos de esta nueva entrega (estrenada el 17 de septiembre en la plataforma) continúan lo anunciado en 2019 y 2020. Aunque el sexo como variable sigue estando presente, esa secuencia de inicio es más bien un recordatorio de todo lo que pone sobre la mesa Sex Education, que en esta tercera temporada apuesta a fondo por un elenco que se muestra cada vez más consolidado.
Efectivamente, el saldo que dejan estos ocho capítulos tiene como punto saliente un crecimiento general en los matices y las contradicciones de Adam, Eric, Aimee, Jackson, Lily u Ola, por citar algunos ejemplos. Por supuesto, no se quedan afuera de esa tendencia Otis y Maeve, los dos protagonistas de una historia cada vez más coral que se permite jugar con diferentes registros y situaciones sin caer en la incomodidad o en la extrañeza.
De hecho, más allá de algunos lugares comunes de toda comedia con toques de drama y de romanticismo, el filtro Sex Education logra que todo transcurra con naturalidad y fluidez pese a alguna que otra angustia ocasional. Desde una declaración de amor gay hasta un embarazo inesperado que deriva en un traumático ensamble familiar.
Una vez más, el valor de la serie también radica en la visibilidad que genera sobre ciertas temáticas (el efecto de una agresión sexual o la aparición de Cal, un personaje trans). De hecho, algunas escenas probablemente sean toda una novedad para quienes no tengan demasiado conocimiento del cine queer o de relatos más alejados del mainstream.
Sería un pecado reducir el impacto de la serie a esa estrategia narrativa porque hay suficientes condimentos para disfrutar más allá del tono pedagógico que la producción sugiere desde su título. De todos modos, esta nueva temporada confirma que ese sigue siendo el mayor capital de Sex Education. Aquellos temas supuestamente incómodos, que en otro tiempo hubieran sido inadmisibles en un éxito de escala global, hoy son perfectamente tratables en una ficción con perspectiva múltiple, no solo en materia de género.
Si además de eso hay personajes fascinantes, una trama siempre en movimiento y una sensación de ternura genuina que lo atraviesa todo, es difícil no quedarse esperando por más luego de un nuevo final en el que Otis y Maeve siguen teniendo más dudas que certezas.
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