Mi primer contacto con Workin’ Moms (Madres trabajadoras) fue a los pocos meses de dar a luz a mi hija. Me la habían recomendado en varias oportunidades, pero no fue hasta ese momento que decidí hacerles caso. Quizás a nivel inconsciente el inminente final de mi licencia por maternidad y el conflicto interno que me generaban mis incompatibles ganas de trabajar y a la vez quedarme con mi bebé fueron el incentivo que me estaba faltando.
Me prometieron realidad y comedia, y por ese entonces una serie que hablara de la maternidad en clave de comedia, y sin caer en la nociva romantización del rol, era lo que necesitaba.
Las protagonistas de esta historia son Kate Foster (Catherine Reitman) y Anne Carlson (Dani Kind), dos amigas de toda la vida. Mientras Kate acaba de convertirse en madre primeriza, Anne dio a luz a su segundo hijo y ambas se encuentran lidiando en la primera temporada con las complicaciones y dilemas propios de querer ser buenas madres e insertarse nuevamente al mercado laboral. Esto las lleva a sumarse a un grupo de apoyo en donde comparten sus vivencias con otras mujeres en su misma situación, pero con realidades muy diferentes.
Con el correr de las temporadas los conflictos y encrucijadas van mutando y creciendo, como así también los hijos de las protagonistas. Al elenco se irán sumando nuevos personajes y se invisibilizarán otros, pero la narrativa continuará surfeando con naturalidad entre lo dramático y lo desopilante. Aunque la maternidad y la reinserción laboral de las madres es el eje central, también se profundiza en otros temas satelitales como la amistad, la pareja, la intimidad, conflictos adolescentes, el aborto, y tantos más.
El poder de ser auténtico
La autenticidad de esta serie es su mejor carta de presentación. Muestra el caos, el estrés, visibiliza las cargas mentales, las angustias, el desequilibrio emocional, los desafíos, los conflictos que se desprenden a partir de la llegada de un hijo a una familia, pero no lo hace con el sonido de violines de fondo.
Existe una delgada línea entre ser honesto y auténtico a la hora de abordar una temática, y caer en un relato melancólico y afligido. Las madres de Workin’ Moms (como muchas otras fuera de la pantalla) no buscan ni necesitan que les tengan lástima, no persiguen que se compadezcan de ellas, necesitan y piden empatía, comprensión, jugar en equipo dentro de su entorno familiar y laboral sin tener que remar constantemente contra la corriente.
Workin’ Moms muestra realidad pero se corre del golpe bajo, y echa mano del humor. Algunos dirán que ciertas escenas son extremas o inconcebibles pero seguramente se puedan identificar en más de una situación con estas mujeres y hombres que en ocasiones no pretenden más que el lujo de poder bañarse y dormir.
Madres solteras, madres amas de casa, madres que trabajan en relación de dependencia, madres que dirigen sus propios negocios, todas tienen lugar en esta serie que aunque probablemente tenga un impacto diferente cuando se la mira siendo padre, puede ser disfrutada por igual por alguien que no lo es.